El desafío de una educación solidaria

Introducción Lcdo. José A. Frontera Agenjo vicepresidente de Finanzas y Administración de la PUCPR “Para educar a un niño se necesita una aldea entera.” Con ese proverbio africano el santo padre Francisco hizo un llamado, el pasado 14 de septiembre de 2019, a la reconstrucción del pacto educativo global. Frente a los desafíos actuales y a las situaciones que provocan desigualdad,marginación, “rapidación” y pérdida del sentido de la persona y su dignidad, de la vida misma, el papa nos recuerda que la verdadera transformación solo es posible educando. Esto ya lo señalaba Pablo VI cuando advertía que, sin una educación renovada de la solidaridad, la afirmación excesiva de la igualdad puede dar lugar a un individualismo donde cada cual reivindique sus derechos sin querer hacerse responsable del bien común y de sus hermanos. (Pablo VI, OA, 22 y 23) Hay que recuperar el contenido humanista, personalizador y liberador de una verdadera educación, que permita hacer balance entre las aspiraciones personales y las comunitarias, que nos haga libres y que potencie las capacidades humanas para un verdadero progreso y desarrollo que alcance a todos. Una educación que no sea vista como bien de consumo, sino como bien de capital humano, una educación para la empatía, la solidaridad y para la misma democracia. Tres claves ha dado el papa Francisco en esta convocatoria para un nuevo pacto global por la educación: (1) hay que tener valentía para colocar a la persona en el centro, (2) valentía para dedicar las mejores energías con creatividad y responsabilidad a ese proceso educativo y (3) valentía para formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad con un alto sentido de solidaridad. “Cada cambio requiere un camino educativo que haga madurar una nueva solidaridad universal y una sociedad más acogedora.” “Hoy, más que nunca, es necesario unir los

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