El desafío de una educación solidaria
130 actas del viii congreso católicos y vida pública simplemente el comportamiento de una persona contemplativa, que anda enamorada y lo ve todo desde el amor que ha sido infundido en su corazón. mistagogía de la presencia de dios El misterio que desvela el Espíritu no es otro, ni más ni menos, que el de la presencia de Dios . Él es la misteriosa realidad que está detrás de todo y lo fundamenta todo. Este misterio de la presencia de Dios, por una parte, señala la trascendencia deDios que está por encima de cualquier realidad y acontecer históricos. Es el Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos (Ef 4, 6). El Espíritu que se manifiesta no es el espíritu del hombre o de la naturaleza, sino el Espíritu de Dios que no tiene su origen en lo creado. En el ámbito del Espíritu, la creación y la persona humana se superan esencialmente a sí mismos. Pero, por otra parte, el misterio de la presencia de Dios significa la inimaginable inmanencia de Dios en su creación y en la criatura humana, que los constituye así en su auténtico ser. Tanto los seres de la creación como la persona humana son cada uno, en su esencia, un ser integral sin dualismos ni dicotomías. Educar a cada persona para que sea consciente de la presencia de Dios y haga de ella su verdadera identidad y ámbito vital es un proceso mistagógico que lleva adelante el Espíritu Santo y en el cual deben involucrarse, tanto cada persona, como la comunidad: • Para expresar este misterio, Pablo se sirve de las imágenes tradicionales, bien plásticas, del templo y del habitar , que señalan la presencia de la divinidad en un ámbito que ella toma como su propiedad y como lugar de su epifanía salvadora. El Espíritu habita en la persona (Rm 8, 9), y cada persona es un santuario del Espíritu (1Co 6, 19). También habita en la comunidad (1Co 3, 16). Tanto la persona como la comunidad son como el sancta sanctorum, templo sagrado, propiedad intocable de Dios (1Co 3, 17).
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