El desafío de una educación solidaria

134 actas del viii congreso católicos y vida pública en tantas partes y me hablan muchas personas, no sé muchas veces qué decir, sino que somos peores que bestias, que no entendemos la gran dignidad de nuestra alma 19 , que es la misma dignidad de los maltratados. Si bien, lo que más la fatigaba era la vida incoherente que llevaban algunos cristianos, no se olvida de los demás: «Cada vez que tiene oración es esta su pena. En alguna manera, quizá, procede de la muy grande que le da ver es ofendido Dios y poco estimado en este mundo, y de las muchas almas que se pierden, así de herejes como de moros; aunque las que más la lastiman son las de los cristianos» (5M 2, 10). Por eso la sobrecoge de manera especial la sola posibilidad de un enfrentamiento entre cristianos. Opinando sobre la tensión creada entre España y Portugal en 1570, escribe: «El Señor dé luz para que se entienda la verdad sin tantas muertes como han de haber si se pone a riesgo; y en tiempo que hay tan pocos cristianos, que se acaben unos a otros es gran desventura» 20 . Teresa es solidaria de verdad. No elude la realidad ni disimula los desafíos. Se compromete a fondo: «Paréceme que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que veía perder; y así determiné a hacer eso poquito que yo puedo y es en mí» (CE 1, 1). Bastante hace quien hace todo lo que puede. Y para hacer todo lo que podamos necesitamos orar. Aquí la santa se nos muestra como verdadera maestra y madre. Conoce las dificultades y las comprende, pero piensa que nadie puede carecer del gran bien de la oración (V 8, 5). Ante su experiencia y la convicción que tiene de que en la oración está nuestra vida, las objeciones que se puedan presentar, se desvanecen una a una. Porque Teresa, reconociendo que «por muchos caminos y vías lleva Dios a las almas» (V 22, 2), no se preocupa tanto por métodos, fórmulas oracionales, definiciones o caminos de oración, sino que fija su mirada y pone todo el acento en la actitud básica del orante que ha de ser siempre el amor y el enamoramiento, que, según la experiencia vivida y probada por ella, es un fundamento válido para todos. 19 CV 1, 1; F 1, 7; Carta a Lorenzo de Cepeda escrita en Toledo el 17 de enero de 1570, 13. 20 Carta a don Teutonio de Braganza escrita en Valladolid el 22 de julio de 1579, 4-7.

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