El desafío de una educación solidaria

135 el desafío de una educación solidaria La santa sabe que el amor, adonde le hay, «jamás está ocioso» 21 (5M 4, 10), ni excluye a nadie (CV 19, 15) 22 , y que todos tenemos capacidad para amar: No digo que no es merced del Señor quien siempre puede estar meditando en sus obras, y es bien que se procure. Mas, se ha de entender, que no todas las imaginaciones son hábiles de su natural para esto, mas todas las almas lo son para amar… por donde el aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho (F 5, 2) 23 . La persona enamorada no depende de ocasiones especiales para centrarse en la persona que ama. Les sucede así a los enamorados, a los padres con respecto a sus hijos, a los amigos que se aman de verdad. Una discípula de la santa fundadora, Teresa de Lisieux, decía que, para ella, la oración es «un impulso del corazón» 24 que nos lleva a pensar en Dios amándolo. Para esto todas las situaciones son buenas y no lo impide ninguna ocupación. Santa Teresa lo reafirma diciendo que «aquí se ha de ver el amor, que no a los rincones, sino a mitad de las ocasiones» (F 5, 15) 25 . Teresa parte de una convicción sencilla en su enunciado, pero de grandes consecuencias en el campo oracional. El hombre teresiano es un ser habitado que tiende ineludiblemente a la relación . Por eso el enamoramiento es de alguien y el trato es con otro . El recogimiento, por tanto, no es ensimismamiento. La llamada a la interioridad es una fuerza que procede de lo más hondo de nosotros mismos y consiste en un proceso que nos lleva de la dispersión y superficialidad al descubrimiento de nuestra profundidad en un mundo interior maravilloso, ante el cual la misma santa no se cansa de expresar su asombro: «No hallo cosa 21 Ver el desarrollo de esta dinámica del amor en plena vida mística en 7M 4, 9. 22 Aun a personas «que las ve del todo perdidas» «aunque estén en mal estado y faltas de virtudes, dales gustos y regalos y ternura que les comiencen a mover los deseos, y aun ponela en contemplación algunas veces, pocas y dura poco. Y esto —como digo— hace porque la prueba si con aquel favor se querrán disponer a gozarle muchas veces» (CV 16, 4). 23 La misma idea en 4M 1, 7: «No está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare a amar, eso haced». 24 Teresa de Lisieux, Manuscrito C , 25r. 25 No estamos insinuando con esto que «todo es oración», que bien puede serlo. La convicción profunda de la santa es que el amor crea en nosotros una dinámica tan envolvente que difícilmente podemos distraernos de Aquel cuyo amor se experimenta. Dentro de la misma dinámica aprovecharemos siempre y buscaremos espacios para un trato más exclusivo, que serán los llamados «momentos fuertes de oración.»

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