El desafío de una educación solidaria

20 actas del viii congreso católicos y vida pública compartido y compartible; tan original como común a lo humano. La educación es una iniciación de la comunidad de experiencias. La educación, como la razón y como el sentido, está sometida hoy a la presión de un cientificismo limitante y de una cultura —causa y consecuencia de la educación— que ha abdicado de las grandes tareas porque ha olvidado los primeros principios educativos. La educación es el lugar en donde se siembra la semilla de la experiencia humana original. El hombre, todo hombre y todos los hombres, tenemos la necesidad de saber para qué vivimos. Esa conexión vital con la realidad debe partir del supuesto de nuestra capacidad de saber en qué realidad nos encontramos y hacia qué realidad tendemos. La educación también es metodología, pero no solo es eso. La educación, y toda educación, es exigencia de totalidad, es plataforma de lanzamiento hacia la plenitud. El profesor Javier Prades López lo ha escrito en un precioso libro El hombre, más allá de sí mismo : “Nos damos cuenta de que en Occidente domina hoy una visión reducida de la razón humana —precisamente, instrumental— que tiende a limitar su capacidad de mirada sobre lo real, a reducir su profundidad de visión de forma que podemos gozar solamente de una apariencia de las cosas, separada de su verdadero significado”. La apariencia de educación lo es por la visión reducida de la educación, que siempre es visión reducida del hombre. Esta es una de las causas principales de la decadencia de Occidente. La educación participa de la vida y del desarrollo de la sociedad. Mucho se ha hablado del progreso de la educación; de la aplicación de los siempre nuevosmétodos educativos. Como ocurre enno pocosmomentos de la pragmática, lo supuesto no es supuesto es presupuesto. Y los presupuestos, aunque parezca que estén claros, tienen que evidenciarse. Si somos una comunidad plural de conocimiento, debemos hacerlo visible a partir de unos conceptos fundamentales. Es nuestra forma natural de salir de la incertidumbre. Siempre es tiempo de educar. El tiempo es el espacio en el que cada uno aspira a perfeccionarse con objeto de convertirse en la persona que debiera ser. El tiempo de la modernidad es el tiempo de lo contingente. Charles Baudelaire, en El pintor de la vida moderna, señaló que “la modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente”.

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