El desafío de una educación solidaria
94 actas del viii congreso católicos y vida pública Curiosamente no tiene por qué ser la muerte -el asesinato- de un inocente, que basada en una serie de argumentaciones subjetivas, ideológicas y políticas pueda estar, para ellos, plenamente justificado en determinadas circunstancias. Aún así, todos ellos identifican como malos la violación, el maltrato, el asesinato (si no hablamos de aborto o eutanasia). También, y esto es propio de los últimos tiempos, se ha universalizado la discriminación por razón de lo que ellos llaman género. Con lo que ellos mismos desmienten este relativismo absoluto que, en realidad, no es tal. Pero no en sus representaciones mentales en las que la afirmación del relativismo como un bien se ha enseñoreado de su “realidad”. Por último, el constante sueño o tentación del “seréis como dioses” que se le vende al hombre contemporáneo como una realidad en la que es dueño absoluto de su libertad, sin ningún tipo de límites y en el que su deseo y su voluntad deben ser recogidos y contemplados como auténticos derechos protegibles por el derecho público. Nunca como ahora se ha vivido el lema del absolutismo francés, pero ahora remitido a cada uno de los sujetos que, si no afirman “El estado soy yo” 8 , sí parecen afirmar y esperar que se cumpla la pretensión de que “mi deseo es ley”. Y así se reclaman como derechos lo que los juristas llaman derechos fundamentales de quinta y sexta generación. No deja de ser llamativo que se reclamen como fundamentales cuando muchos de los derechos recogidos en la Declaración de 1948 siguen siendo hoy, en pleno siglo XXI, absolutamente inexistentes. Esto lo que produce es la devaluación de los derechos fundamentales, puesto que es evidente que, ni en su teoría ni en su praxis, se proclaman para todos los seres humanos por el hecho de serlo. No se les puede aplicar en absoluto esa condición de prepolíticos y prejurídicos, porque dependen esencialmente de los desarrollos políticos y jurídicos, y al ser imposibles para todos el calificarlos de fundamentales podría llevarnos a cuestionar también la esencialidad de los primeros. Todo esto configura un ambiente y un contexto social y cultural completamente distintos a los que se vivían no hace tantos años. Una generación ha sido suficiente para que se produzca este cambio. Y es necesario ser conscientes de cuál es el cambio para poder realmente actuar 8 El famoso tópico L’État, cest moi atribuido a Luis XIV, rey de Francia.
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