18 cuarenta años, la católica cumpliendo su deber democrático con p.r. El primer gobernador electo por nuestro pueblo y pensador nos legó un mensaje sobre la naturaleza de este concepto: En su mensaje Cultura y Democracia en el Ateneo de Puerto Rico el 30 de junio de 1940 don Luis Muñoz Marín expresaba lo siguiente: [...] la democracia, en su sentido más hondo, es una actitud hacia la vida, es una manera de vivir la vida. Es más que eso: es una manera de vivir la vida ante la realidad augusta y trágica de muerte. Es una manera de vivir la vida para poder morir la muerte dignamente en ese sentido se entrelaza y se funde con la actitud religiosa. Y en ese sentido se entrelaza y se funde con lo que, para nuestras mentes occidentales, es el sentido más alto de la religión: se entrelaza y se funde con el cristianismo. Democracia en este último sentido sin la cual los demás sentidos que hemos expresado no valen permanente ni efectivamente creo que debe definirse como una actitud de profunda igualdad entre los seres humanos igualdad mucho más allá del voto y de las formas de constituir el gobierno: todo eso se da por descontado, todo eso se da por hecho dentro del marco de la democracia: todo eso es mera expresión de la otra igualdad; y hasta el punto en que no lo fuera sería falsa expresión de la verdadera igualdad. Democracia en este sentido es igualdad de la dignidad humana ante la vida y ante la muerte; es igualdad de la dignidad humana ante el dolor de la vida y ante el misterio de muerte; es igualdad de la dignidad humana ante el tiempo y el espacio, ante el infinito y ante la eternidad.2 Y continúa: […] democracia definida como la igualdad esencial de las gentes que nacen, viven y se mueren; democracia definida como la ignorancia igual de todos ante la muerte; democracia definida como la dignidad igual de todos ante la vida; democracia de este modo definida, tiene que llevar a los que alcancen a comprenderla, a que las superioridades superficiales y transitorias se usen, no para aprovechar y ahondar esas superioridades superficiales y transitorias, sino para compensarlas, para igualarlas;[...]3 2 Ver, Luis Muñoz Marín, Discursos 1934-1948, Fernando Picó, Editor, Fundación Luis Muñoz Marín, San Juan, (1999) a la Pág. 65. 3 Ibíd. a la pág. 67.
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