Importancia y Responsabilidad Personal en la Formación Cristiana para el facultativo de la PUCPR
presentación de mons. elías salvador morales rodríguez como parte de los talleres de formación académica | año académico 2013-2014 5 El hombre que se decide a buscar a Dios pone ya de su parte un querer, un gesto de buena voluntad, al que Dios corresponde con su auxilio. A este hombre, la luz natural y toda su capacidad humana le sirve para dar sus pasos hacia Dios, el cual a su vez se hace el encontradizo. Pero encontrar a Dios es algo más que conocerlo. En el simple conocimiento, uno queda fuera de la realidad conocida. Un filósofo pagano, como Aristóteles, pudo muy bien elaborar pruebas de la existencia de Dios como quien observa un objeto lejano desde la frialdad de su laboratorio. En el encuentro hay, además del conocimiento, una relación personal de presencia. El hombre verdaderamente religioso no es el que conoce muchas cosas de Dios, sino el que, buscándole de corazón, le encuentra y se adhiere a Él, entablando relaciones personales de presencia y amistad. A esa relación de comunión, presencia y amistad con Dios le llamamos Fe. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” («Deus caritas est», 1). De acuerdo con esta necesidad de un encuentro personal con Dios, que está inscrita de manera natural en el corazón de todo ser humano, podemos reconocer la necesidad de formación, estudio y cultivo de nuestra fe: formación que abarca el ámbito de la persona humana, formación de la conciencia, formación doctrinal. El Papa Francisco en su reciente visita pastoral a Brasil se dirigía a los obispos de esta iglesia: “ Queridos hermanos, si no formamos ministros capaces de enardecer el corazón de la gente, de caminar con ellos en la noche, de entrar en diálogo con sus ilusiones y desilusiones, de recomponer su fragmentación, ¿qué podemos esperar para el camino presente y futuro? No es cierto que Dios se haya apagado en ellos. Aprendamos a mirar más profundo: no hay quien inflame su corazón como a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 32). Por esto es importante promover y cuidar una formación de calidad, que cree personas capaces de bajar en la noche sin verse dominadas por la oscuridad y perderse; de escuchar la ilusión de tantos, sin dejarse seducir; de acoger las desilusiones, sin desesperarse y caer en la amargura; de tocar la desintegración del otro, sin dejarse diluir y descomponerse en su propia identidad. Se necesita una solidez humana, cultural, afectiva, espiritual y doctrinal. Queridos hermanos en el episcopado, hay que tener el valor de una revisión a fondo de las estructuras de formación y preparación del clero y del laicado de la Iglesia en Brasil. No es suficiente una vaga prioridad de formación, ni los documentos o las reuniones. Hace falta la sabiduría práctica de establecer estructuras duraderas de preparación en el ámbito local, regional, nacional,
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