Koinonia | 2005-2006
Paul Ricoeur: una lectura de la condición del hombre contemporáneo 98 Cuando hacía mi tesis doctoral, que en buena medida fue sobre su obra, esto me dio muchas vueltas en la cabeza y hasta lo comenté con él, afirmando que esto era cosa de luteranos. Discutí este problema con un famoso hermeneuta católico y su respuesta era que en efecto tenemos que situarnos ahí, incluso dentro de la teología y del pensamiento católico cristiano, pues, en parte, el mal aparece como el misterio y en otra parte está vinculado a la libertad. Pero el problema realmente está en que el mal es redimible, el Redentor vendrá y, naturalmente, el mal es redimible. Ricoeur no concluye, como concluiríamos con toda la mitología griega, que el mal no tiene remisión. Como dice Anaximandro: las cosas nacen, las cosas se desarrollan, y pagarán el pecado de haber nacido volviendo allí, a aquel lugar de la naturaleza de donde proceden. Hay aquí un concepto eminentemente culpable de la existencia que se da en buena parte del existencialismo contemporáneo (es el caso de Kierkegaard, por ejemplo) pero en Ricoeur no es lo mismo culpabilidad que mal. La culpabilidad es remisible. Éste será uno de los temas que retornan y vuelven en la filosofía de Ricoeur: siempre hay remedio. Incluso él tenía claro que había remedio hasta para la muerte. La última vez que coincidimos, en Santiago de Compostela, en el 2004, y habló, por última vez creo, en público, lo dijo más o menos en estas palabras: “no, no, mi muerte está prevista, pero no pasa nada, están ustedes para continuar la obra, están ustedes. Por tanto, no pasa nada si desaparece una u otra figura, porque al fin y al cabo, si una figura es significativa en el ámbito de la cultura, deja descendientes”. Es una idea de Hegel. Esto significa Espíritu para Hegel: la voluntad de superar la limitación a la que los seres humanos vamos siendo sometidos por la edad, como ancianos, como yo casi, y naturalmente, querer superarlos por la obra, por la cultura, por lo que hacemos, por lo que producimos. Bien, por tanto remisión posible, remisión, que deja al ser humano en una situación de contingencia, de limitación, pero no de condena. No de condena. La segunda gran serie de problemas se abre a partir de aquí. Ricoeur ha tomado una opción clara, ya en su libro La simbólica del mal –libro con el que él mismo me recomendó comenzar a acercarme a la simbólica del mal y en donde se analizan los diferentes sentidos del mal, entre otros el griego y el hebreo. Allí, Ricoeur afirma que el ser humano puede ser mejor comprendido, no explicado, siguiendo el lenguaje simbólico que siguiendo las disquisiciones éticas o antropológicas de lo que podemos llamar ciencias humanas o lo que podemos llamar las filosofías del hombre. Sigamos el lenguaje simbólico, porque siguiendo el lenguaje
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