Koinonia | 2005-2006

Paul Ricoeur: una lectura de la condición del hombre contemporáneo 101 Entonces el ser humano es una realidad de este tipo, una realidad que el propio Freud puede identificar como proceso de sublimación, pero toda la cultura me va llevando a una permanente ontogénesis. El ser humano es una realización por los demás y por la cultura. Pero, a su vez, el ser humano está anclado en un inconsciente. Desde el principio empezamos por ahí, lo involuntario corporal, el inconsciente, ahora pesan de tal manera que ahí, donde están nuestras actividades espirituales más excelsas, allí está nuestro inconsciente, allí está nuestro involuntario corporal. Cuando rezamos, cuando creamos una obra de arte, cuando generamos cultura, cuando configuramos un mundo que podemos llamar espiritual, allí está también el cuerpo, allí está el inconsciente. Y, al revés, allí donde nosotros nos aproximamos a la parte más honda del ser humano, allí está el espíritu. El ser humano no es una realidad en que se ensambla una parte con la otra, sino que toda la arqueología recorre las acciones humanas, desde la más espiritual. Y el espíritu recorre todo el ser humano, desde sus genes hasta las obras más espirituales. Tenemos que decir que conocemos toda la parte de la teoría genética: bien, en los genes está el espíritu, en los genes está la libertad, en los genes están las realizaciones más estrictamente espirituales del ser humano. Pero también tenemos que decir que allí donde está la obra más especulada del espíritu, allí están también los genes. Eso nos lleva a la dialéctica arqueología-teleología, con un cuidado: que no entendamos, que no nos entendamos a nosotros como seres humanos como un ensamblaje, sino como un recorrido, por entero, de lo arqueológico y de lo teleológico. Por una parte, Freud nos invita a tener presentes que no somos ni hacemos nada que no esté inscrito en nuestro inconsciente. Y, a su vez, nada que podamos organizar espiritualmente deja de estar allí inscrito; y también lo que ahí está inscrito no se queda sólo en eso, sino que se realiza en todo el proceso espiritual. El inconsciente de todos modos no es justificado por Freíd, es un inconsciente indeterminado, un involuntario corporal que simplemente sintetiza conceptualmente, semánticamente todo lo que es involuntariedad. Por tanto, los símbolos, la literatura y el arte son el proceso de la apertura del ser humano hacia nuevos horizontes. De la poesía, de la obra literaria, el filósofo y todos los que pretenden conocer al ser humano, reciben lo que él llamó, un impulso ontológico, ¿Qué quiere decir un impulso ontológico? Quiere decir que me saca de lo que hasta este momento podía considerar conocible, o analizable u

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