Koinonia | 2005-2006
La verdad sobre el código Da Vinci 129 que van a repetir los cristianos: en la Didaché , en la doctrina de los Padres, San Ireneo, Orígenes, Tertuliano (hasta que abandona la fe católica). Luego, encontramos numerosas persecuciones. Todas las grandes persecuciones del imperio romano suceden antes de Constantino. Pensemos que la más dura de las persecuciones que había padecido la Iglesia la había padecido cinco años antes del advenimiento de Constantino al trono. ¿Qué quiere decir esto? Los cristianos sabían que habían dado la vida por preservar la Santa Doctrina que habían recibido de Cristo; habían entregado la vida de los mejores, generación tras generación, porque no estaban dispuestos, como decía Policarpo de Esmirna “a traicionar a quien no les había hecho ningún mal”. A mí Cristo siempre me ha tratado bien, ¿por qué voy a tratarle yo mal? Preferían dar la vida, antes de consentir ningún tipo de transacción sobre la fe. Pero, según Dan Brown, de repente viene Constantino, lo cambia todo y nadie se opone, muchedumbres le han creído. Los cristianos asintieron pacíficamente y se doblegaron ante Constantino cuando dijo: “bueno, vamos a elevar de categoría a Jesús, y vamos a convertirlo en Dios que nunca lo fue”. ¿Ustedes creen que pacíficamente un cristiano, si hubieran sido otra la doctrina que profesaron desde el principio, hubiera dicho: “¡hombre! pues mira que bien”? No. No, no hubiera sucedido eso y además hubiéramos tenido testimonios también. Pero, una vez más, no hay ningún testimonio. Sin embargo, no debemos dedicar mucho más tiempo a esto porque cualquier abogado sabe que la prueba negativa es prácticamente imposible. O sea, yo puedo demostrar que estuve en un sitio, pero demostrar que yo no estuve en un sitio; eso es un poco complicado. Demostrar que algo no ha sucedido es muy complicado. Pero hubiera sido muy útil que el autor, si quería decir que el Concilio de Nicea había fundado el cristianismo, hubiera aportado al menos un documento: no ha sucedido así. Y lamentablemente estas ideas han pasado a esta especie de Vulgata que discurre veloz por la autopista de la sociedad moderna, en la que de boca en boca uno escucha frases como, “como ya ha demostrado El Código da Vinci”. El Código Da Vinci ha demostrado ser un gran engendro para grandes incautos. El problema, insisto, es que éste es un termómetro perfecto para hacernos caer en la cuenta de hasta qué punto somos una banda de incautos. Y aprovecho también este momento para hacer una observación. Hay muchos católicos que dicen: “hace falta ser muy necio para que un
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