Koinonia | 2005-2006
La Familia en el Magisterio de Juan Pablo II 58 El régimen comunista se había propuesto minar la vida familiar para así hacer depender a los individuos del Partido y del Estado controlado por el único partido. La primera lealtad tenía que ser hacia el Partido, no hacia la familia y hacia la patria concebida como una realidad espiritual, cultural. Polonia estaba dominada en ese momento por un régimen moderno, totalitarista, ateo y supuestamente instaurado para dar al hombre la felicidad verdadera en la tierra. A esto se sumaba la revolución sexual de la post Segunda Guerra Mundial con la masificación y facilitación de los anticonceptivos tanto en el occidente como en el mundo comunista. En Polonia, en particular en la campaña comunista en contra de la familia tradicional católica, se favorecía el aborto y se estimulaba a los jóvenes en sus vacaciones de verano, a experimentar con la sexualidad, sin miedo a cargar con las posibles consecuencias de procrear. El materialismo tronchaba toda la dimensión espiritual de la sexualidad. El Padre Karol haría lo que estaba a su alcance para ayudar a las familias incipientes a conocer su vocación y misión tanto en el seno de la Iglesia como en el seno de la sociedad polaca. El joven sacerdote Karol Wojtyla, cuando era coadjutor de San Florián, se interesó mucho en crear un programa parroquial de preparación para los novios que querían contraer matrimonio. El hecho de que el Padre Wojtyla fuese poeta y dramaturgo por afición, no impedía que fuese un filósofo serio, ni que dejase en suspenso sus preocupaciones pastorales. La experiencia sacerdotal, la vida como pastor de los fieles guiaba su producción intelectual. No era una mera curiosidad abstracta lo que llevó al joven profesor de la Universidad Jagelloniana a centrar sus clases de nivel avanzado en los cursos de 1957 y 1958 en tema de la ética sexual. El Padre tenía una profunda preocupación por este tema porque intuía que para defender la familia desde la fe y desde el plan divino para la humanidad, había que tener un fundamento sólido en la visión de la teología del cuerpo y, por tanto, encontrar una forma de dialogar con el hombre moderno para que entienda lo que la Buena Nueva, el Evangelio de Cristo nos tiene que decir sobre la misión de la sexualidad humana. En su libro, Cruzando el Umbral de la Esperanza , el mismo nos dice: “Fue para mí una gran sorpresa constatar que el interés por el hombre y su dignidad se había convertido, a pesar de las previsiones en contrario, en el tema principal de la polémica contra
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