Koinonía 2007-2008

107 En el mes de marzo de 2008 los maestros de Puerto Rico van a la huelga. Las razones profundas de un malestar que no se va a resolver con un alza salarial. El Dr. Giuseppe Zaffaroni es profesor de Filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico y director del Instituto de Doctrina Social de la Iglesia El drama de ser maestro hoy Giuseppe Zaffaroni Todos esperamos que pronto sean removidas las causas inmediatas del tranque en las negociaciones entre Departamento de Educación y Federación de Maestros y que la situación tensa de estos días pueda resolverse felizmente en un acuerdo que respete las exigencias justas de ambas partes. Sin embargo, como muchos ya han evidenciado, hay un malestar profundo entre los maestros, que ningún acuerdo de alza salarial podrá resolver. Las escuelas son la caja de resonancia de la realidad social. No hay crisis de la educación que no sea crisis de la comunidad humana que en ella se expresa. Hoy más que nunca la clase docente se encuentra en el centro de las tendencias contradictorias de nuestra sociedad. La pedagogía contemporánea y el Departamento de Educación piden a los maestros un rol siempre más neutral e impersonal: deben ser solamente unos “facilitadores”, que enseñan a aprender sin implicar nada de su propia cultura y experiencia humana, porque verdades y valores son relativos y parece que hay que eliminar de la enseñanza todo elemento “subjetivo”; se les relega al papel de “obreros” de la educación, que chequean sus entradas y salidas, que ejecutan programas impuestos desde arriba y rígidamente verificados con tests que mortifican su creatividad y profesionalidad. Se les estima y respeta siempre menos, dentro y fuera de las escuelas. Y sin embargo, por el deterioro de la familia y de las tradicionales formas de solidaridad comunitaria, los maestros se encuentran envueltos en situaciones que reclaman de ellos roles siempre más complejos: funcionan como padres y madres, trabajadores sociales, psicólogos, sacerdotes y, a veces, policías. A los maestros se les pide siempre más, estimándolos siempre menos. Sus mismas reivindicaciones parecen más las demandas de simples empleados estatales que las de verdaderos

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