Koinonía 2007-2008

¿Justicia o caridad? Reflexiones sobre Deus caritas est 14 “ El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política. Un Estado que no se rigiera según la justicia se reduciría a una gran banda de ladrones, dijo una vez Agustín: «Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia?» . (…) La justicia es el objeto y, por tanto, también la medida intrínseca de toda política. La política es más que una simple técnica para determinar los ordenamientos públicos: su origen y su meta están precisamente en la justicia, y ésta es de naturaleza ética. Así, pues, el Estado se encuentra inevitablemente de hecho ante la cuestión de cómo realizar la justicia aquí y ahora” (DC 28). La Iglesia es la primera en reconocer el papel de la política y del Estado en el establecimiento del orden justo, promoviendo el Estado de derecho y la participación ciudadana en la vida pública. “ La doctrina social de la Iglesia argumenta desde la razón y el derecho natural , es decir, a partir de lo que es conforme a la naturaleza de todo ser humano. Y sabe que no es tarea de la Iglesia el que ella misma haga valer políticamente esta doctrina: quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales. Esto significa que la construcción de un orden social y estatal justo, mediante el cual se da a cada uno lo que le corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de nuevo cada generación. Tratándose de un quehacer político, esto no puede ser un cometido inmediato de la Iglesia. Pero, como al mismo tiempo es una tarea humana primaria, la Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables” (DC 28). Precisamente la cristiana es la única religión que hace posible la autonomía de las realidades temporales, con la distinción entre el orden de la razón y el de la fe, el de la naturaleza y el de la gracia. Es importante hoy recordar estos elementos pues el multiculturalismo dominante tiende a hacer pasar todas las culturas como equivalentes, inocuas o igualmente compatibles con la dignidad humana, lo cual es erróneo tanto histórica como racionalmente: un sistema público de libertades civiles es fruto de las raíces morales cristianas de la cultura occidental, mientras que es incompatible con el islamismo o con el relativismo occidental. El respeto que debemos a una religión como la musulmana no nos exime de la obligación de comprobar la reciprocidad

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=