Koinonía 2007-2008

¿Justicia o caridad? Reflexiones sobre Deus caritas est 20 convierte en definitiva en una instancia burocrática que no puede asegurar lo más esencial que el hombre afligido —cualquier ser humano— necesita: una entrañable atención personal. Lo que hace falta no es un Estado que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la cercanía a los hombres necesitados de auxilio. La Iglesia es una de estas fuerzas vivas: en ella late el dinamismo del amor suscitado por el Espíritu de Cristo. Este amor no brinda a los hombres sólo ayuda material, sino también sosiego y cuidado del alma, un ayuda con frecuencia más necesaria que el sustento material” (DC 28). Y es ahora donde el Papa pasa a precisar la acción de la Iglesia no sólo como conciencia crítica de la sociedad en la búsqueda común de la justicia, sino también como protagonista imprescindible de la acción social virtud eminente y exclusivamente cristiana, que nadie puede arrebatar de la Iglesia sin desnaturalizar ambas: “Las organizaciones caritativas de la Iglesia, sin embargo, son un opus proprium suyo, un cometido que le es congenial, en el que ella no coopera colateralmente, sino que actúa como sujeto directamente responsable, haciendo algo que corresponde a su naturaleza. La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes y, por otro lado, nunca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano individualmente , porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor” (DC 29). Es por ello que viene la caridad en auxilio de la justicia: “En este punto, política y fe se encuentran. Sin duda, la naturaleza específica de la fe es la relación con el Dios vivo, un encuentro que nos abre nuevos horizontes mucho más allá del ámbito propio de la razón. Pero, al mismo tiempo, es una fuerza purificadora para la razón misma. Al partir de la perspectiva de Dios, la libera de su ceguera y la ayuda así a ser mejor ella misma. La fe permite a la razón desempeñar del mejor modo su cometido y ver más claramente lo que le es propio” (DC 28). 4.- Errores del relativismo materialista Podemos ahora, leída la doctrina de la encíclica, terminar el ciclo de aspectos positivos que el Papa destaca para verlos ahora, al contrario,

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