Koinonía 2007-2008

¿Justicia o caridad? Reflexiones sobre Deus caritas est 26 En un mundo donde la injusticia es inevitable desde el pecado original, la justicia no es posible sin la caridad porque exige el perdón: sin perdón no hay justicia , y el perdón es siempre un libre y gratuito ejercicio de la caridad. Sólo Dios puede perdonar, y entre los hombres sólo los amigos de Dios. En un mundo donde son constantes los abusos y fraudes de unos sobre otros, sólo el perdón puede ofrecer alguna alternativa de futuro sobre la venganza real (la violencia, el terrorismo y la guerra) o virtual (el rencor). Por eso, como recordaba Juan Pablo II, si la paz es fruto de la justicia, la justicia es fruto del perdón, es sostenida y hecha posible sólo por la caridad. Son iluminantes unas palabras del Documento sobre los políticos y la vida cristiana firmado por el cardenal Ratzinger en el 2002: “La necesidad de presentar en términos culturales modernos el fruto de la herencia espiritual, intelectual y moral del catolicismo se presenta hoy con urgencia impostergable, para evitar además, entre otras cosas, una diáspora cultural de los católicos (…). La fe nunca ha pretendido encerrar los contenidos socio-políticos en un esquema rígido, conciente de que la dimensión histórica en la que el hombre vive impone verificar la presencia de situaciones imperfectas y a menudo rápidamente mutables. Bajo este aspecto deben ser rechazadas las posiciones políticas y los comportamientos que se inspiran en una visión utópica, la cual, cambiando la tradición de la fe bíblica en una especie de profetismo sin Dios, instrumentaliza el mensaje religioso, dirigiendo la conciencia hacia una esperanza solamente terrena, que anula o redimensiona la tensión cristiana hacia la vida eterna. Al mismo tiempo, la Iglesia enseña que la auténtica libertad no existe sin la verdad. Verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente, ha escrito Juan Pablo II. En una sociedad donde no se llama la atención sobre la verdad ni se la trata de alcanzar, se debilita toda forma de ejercicio auténtico de la libertad, abriendo el camino al libertinaje y al individualismo, perjudiciales para la tutela del bien de la persona y de la entera sociedad ” 12 Concluyo con la respuesta que el Papa da a nuestro dilema en su último libro sobre Jesucristo: “Escuchar a Dios lleva a vivir con Él y conduce de la fe al amor, al descubrimiento del otro. Jesús no se queda indiferente ante el hambre 12 Congregación para la doctrina de la fe (24-XI-2002) Nota doctrinal Los católicos en la vida política 7 .

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