Koinonía 2007-2008

El Congreso Eucarístico, lugar encuentro con Cristo 35 vida eterna (la apertura del Cielo, de la casa del Padre, a la cual todos aspiramos). Nosotros, por la fe, por el acto de la fe, nos apropiamos de lo que Él hizo por nosotros. Esta es nuestra fe, es la fe cristiana, es la base de nuestra fe, es el kerigma . Cristo murió por nosotros y resucitó por nuestra justificación. Es un acontecimiento del amor trinitario y la Santa Eucaristía nos lo da como un acontecimiento que es presente para nosotros. Y no nos falta sino el acto de la fe para que tengamos los frutos de este único sacrificio pascual de Cristo. Entonces, la temática insiste ante todo sobre ese don de Dios. Dios se nos da en la Santa Eucarística y, como segundo momento de la temática, Dios al mismo tiempo prepara el “partner”, la Iglesia, que por la fe acoge el don. Dios no se puede dar en el vacío. Dios se nos da, pero se nos da en la fe; y la Iglesia es aquella que recibe el don de Dios y que viene comprometida en este don. Viene “arrastrada” con ese don de Cristo y no lo puede recibir solamente para gozar de él. No, nosotros nos salvamos por este don y tenemos simultáneamente la misión de comunicar esta noticia, de invitar a los otros, de hacer que nuestra asamblea sea más grande hasta alcanzar a toda la humanidad. Esa es la misión de la Iglesia. El segundo momento de la temática es la Iglesia que acoge el don en el misterio de la alianza. La Iglesia es “partner”, socia, que en la fe acoge el don y entonces acoge la vida trinitaria. La vida trinitaria es vida de amor mutuo. Por eso en la Iglesia la primera consecuencia de la Eucaristía es la unidad. Es el amor mutuo de los cristianos porque es el contenido del don, o sea, es Dios mismo que extiende a nuestros corazones humanos su amor trinitario (mutuo, fecundo) lleno de alegría y de paz: eso sucede en la Asamblea Eucarística. Si nuestros cristianos supieran eso, las Iglesias estuvieran llenas cada domingo, llenísimas. ¡Que fuente de energía que se renueva! No es una energía que se pierde, sino que se renueva cada domingo. Nosotros tenemos la fuente más extraordinaria para renovar al mundo entero y muchas veces, pues, hacemos otras cosas. El domingo tenemos otros compromisos más importantes: el deporte, por ejemplo... Se necesita una nueva evangelización o sea una nueva percepción de este tesoro que se nos regala y que, a veces, dejamos caer en el vacío. Por eso, yo comunico ese mensaje de la temática del Congreso de Québec, que quiere ser también una nueva evangelización del domingo, porque el domingo es la afirmación que en la semana Dios debe tener un lugar en cualquier parte. Sí los hombres no tienen un lugar para Dios, la

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