Koinonía 2007-2008
Progreso económico y desarrollo humano integral en la era de la globalización: una lectura puertorriqueña 58 es el famoso "obedezco, pero no cumplo", de tal manera que una cosa era lo que se aprobaba en España para salvaguardar los derechos de los amerindios y otra era la realidad en los montes, selvas y bosques alejados de la Corte española y en donde se cometían los más grandes abusos contra las poblaciones indígenas. Lo mismo ocurre en nuestro caso. Podemos tener los más bellos documentos que analicen y sugieran remedios para la crisis de valores que vive nuestra sociedad, pero si no los ponemos en práctica, son letra muerta. No es que sea pesimista, es que simplemente esa es la dinámica que estamos viviendo. De igual manera, no podemos esperar a que se nos desintegre el mundo encima para empezar a buscar soluciones. De actuar así nos corremos el riesgo de que otros con distintos intereses presenten soluciones que estén distanciadas de nuestros valores cristianos. Los historiadores muchas veces no caemos bien porque nos la pasamos buscando en el pasado cosas que se quieren enterrar, pero que si las recordamos nos sirven de paradigmas para no volver a tropezar con la misma piedra. Cuando S.S. León XIII en su encíclica Rerum Novarum del 15 de mayo de 1891 denunció las condiciones infrahumanas en que vivían muchísimos trabajadores, las injusticias sociales que se cometían con ellos por parte de los patronos y el derecho de ellos a organizarse en sindicatos para defender esos derechos, había llegado tarde. Esos abusos comenzaron a principios del siglo XVIII cuando empezó con fuerza la Revolución Industrial y cambió profundamente la organización social de la época, se agravaron fuertemente durante todo el siglo XIX y ya gente como los socialistas materialistas Engels y Marx y los socialistas utópicos denunciaban las injusticias del sistema y sugerían y construían proyectos para darle a los trabajadores los derechos que se les negaban. De ahí que tenemos que aprender una lección, no podemos esperar a que la pequeña úlcera se convierta en cancer, para buscar remedios. De lo contrario nos corremos el riesgo de que gente carente de valores cristianos se ganen el favor de las masas al proveerle la ayuda y el apoyo que nosotros nos tardemos en proveer. Todo lo que nosotros podamos hacer desde el lugar en que estamos ubicados, sea el que sea, para proveer soluciones, debemos hacerlo. No lo podemos dejar a nivel de la discusión y el análisis intelectual. Un día la Madre Teresa de Calcuta desde su lugar privilegiado en una escuela de niñas ricas, miró por una ventana del colegio y vio que su vecino era una barriada de miseria. Desde ese día en adelante las cosas comenzaron a
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