Koinonía 2007-2008

La familia en la cultura puertorriqueña 69 matrimonio entre un hombre y una mujer, es el lugar primario de humanización de la persona y de la sociedad” (2) Nada más y nada menos: la familia es el núcleo de la humanización de la persona y de la sociedad . Es decir, sin familia, la persona se deshumaniza y esta deshumanización será el sello característico de la cultura en la que se inserta. Lamentablemente, hoy este concepto de familia, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, tiene mala prensa. Se dice que suena a intolerancia y fanatismo. Tales juicios parten de la creencia errónea de que existe una vinculación inherente entre la tolerancia y la aceptación. De tal manera que, para ser tolerante, tengo que aceptar, sin previo análisis, toda oferta social, venga de donde venga, sencillamente porque es nueva. Pero resulta que somos personas; y como tales, somos racionales, capaces de recibir educación y de saber diferenciar entra la verdad y la falsedad. Tenemos una naturaleza humana que hay que respetar y en nuestras espaldas descansa todo un proceso de hominización filogenético que nos impone respeto ontológico. Creemos que las nuevas ofertas de modelos de familias que hoy proliferan por todas partes, no hacen más que “abrir” las puertas a la deshumanización, que, en términos morales, es mucho peor que la animalización de la especie. Así pues, a fuerza de crisis e intentos de sanación social a través de cambios sociales, bruscos y desesperados, hemos acabado por poner en peligro el fundamento más íntimo de la familia: el amor entre hombre y mujer, expresado en el matrimonio. Pero la familia es demasiado importante para despacharla con un gesto distraído y mirando hacia el lado equivocado. Su importancia nos obliga a reflexionar sobre ella de manera sistemática, constante, con perseverancia, coherencia y paciencia. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo sanear el concepto de familia de tal manera que, como decía Juan Pablo II, recuperemos en su esplendor la familia y seamos capaces de empezar verdaderamente la edificación de la civilización del amor? En materia cultural y social lo hemos intentado casi todo y de muchas maneras; con mayor o menor esperanza, con mayor o menor ilusión, pero siempre desde la crisis y para la crisis. Sospechamos que en estos menesteres el factor educativo casi nunca se valora como modelo de

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