Koinonía 2007-2008

6 justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor” ( Deus Caritas est , 28). Sin duda, la construcción de un orden social y estatal justo, mediante el cual se da a cada uno lo que le corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de nuevo cada generación y, tratándose de un quehacer político, no es un cometido inmediato de la Iglesia. Pero la Iglesia ha intervenido e interviene en muchas ocasiones precisamente para “servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, aun cuando esto estuviera en contraste con situaciones de intereses personales” ( Deus Caritas est , 28). La Populorum Progressio de Pablo VI ha sido uno de estos documentos históricos, que en su tiempo lograron sacudir las conciencias y recordar a las autoridades políticas de los países ricos su responsabilidad para una acción eficaz en contra del hambre y la miseria y para la promoción y el desarrollo “de todos los hombres y de todo el hombre”. En ocasión de las celebraciones por los 40 años de la publicación de la Populorum Progressio , el Instituto de Doctrina Social de la Iglesia de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, ha invitado políticos e intelectuales mexicanos y puertorriqueños para que se confrontaran con el desafío lanzado por esta encíclica, no sólo a nivel teórico, sino juzgando ante todo las acciones concretas que se han llevado a cabo en los respectivos países (aquí presentamos la conferencia de Salvador Abascal Carranza y la reacción del P. Floyd McCoy Jordán). Las nuevas concepciones del desarrollo no hacen que confirmar una de las intuiciones fundamentales de la encíclica: el rescate económico necesita poner al centro la persona. No puede haber promoción y desarrollo donde no hay educación y donde hombres y mujeres no sean ayudados a ser protagonistas de la propia aventura humana dentro de la propia comunidad. La tentación de crear un estado que absorba todo en sí mismo, reduciendo o eliminando los espacios de iniciativa libre y creativa de las personas, es una constante del Estado moderno, también cuando se proclama liberal y democrático. La situación española es particularmente significativa desde este punto de vista, y Regina Gaya Sicilia ( Educación y objeción de conciencia: el caso español ) ha ofrecido una clase magistral sobre el problema de la objeción de conciencia frente a un poder estatal que pretende sustituirse a los padres en la educación moral de los hijos. La problemática de la libertad de educación ha sido vigorosamente presentada por Fabrizio Acciaro ( Libertad de educación para Puerto Rico ), que nos ha recordado cómo también en este caso el

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