Koinonía 2007-2008
Educación y objeción de conciencia: el caso español 91 educación moral de sus hijos (a. 27.3 de la Constitución) es “en lo privado”, en el ámbito público sería el Estado el que tendría la potestad de formar en valores morales. Habría como una nueva y obligatoria “Religión de Estado”. Esto no tiene ningún fundamento –ni legislativo nacional ni de convenios internacionales- y supone una verdadera esquizofrenia al plantear dos morales que podrían resultar antitéticas. Además, ¿dónde queda la libertad de los padres, si luego el Estado impone otra cosmovisión? • Relativismo ético : Se parte del supuesto de que no existe la posibilidad de conocer la verdad. No hay nada previo al hombre que mediante la razón podamos captar diciendo “esto es bueno; esto no lo es”. Todas las razones son igualmente válidas. Para convivir en paz habría que aceptar que nadie tiene razón. De este modo, la verdad se construye por consenso y, lógicamente, va cambiando, en función de las mayorías del momento. Habría que aceptar que para ser buen ciudadano hay que renunciar a las convicciones, que para ser demócrata hace falta ser relativista. Sin embargo, es justo lo contrario: una democracia relativista, sin valores, se convierte en tiranía, en la ley del más fuerte que será aquél que disponga del Boletín Oficial del Estado. • Positivismo jurídico : si no se reconoce que hay una naturaleza humana como criterio objetivo, todo es igualmente válido, y así el Poder se convierte en el que decide lo que está bien y lo que está mal; lo legal se convierte en el único criterio ético. ¡Nótese que tanto en Andalucía como en Cataluña, los Decretos autonómicos incluyen considerar los respectivos Estatutos de Autonomía como último referente ético!! De este modo, además, los Derechos Humanos “avanzan y retroceden”, porque no se descubren con la razón sino que se fabrican con el consenso. Cuando se elimina el criterio de lo que es justo por naturaleza, todo se viene abajo y cualquier cosa es posible. Todo depende de los deseos e intereses de las mayorías. ¿Por qué no la esclavitud? • Inmanentismo y laicismo : el “laicismo” pretende relegar la Religión a la esfera de lo privado, e impedir que se muestre en público; comporta una cerrazón a cualquier idea de trascendencia; no cabe la posibilidad de hablar de Dios. Sin embargo, no se puede pretender formar una concepción de la propia identidad sin la pregunta sobre Dios, aunque sea para negarla. Todas las culturas lo han hecho. Además, los que contesten con “Dios” al sentido de su vida, querrán proponérselo a sus hijos, porque no hacerlo sería ofrecerles una realidad del ser humano mutilada. Con esta asignatura se impide que surjan siquiera preguntas, y se promueve una clara desconfianza
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