Koinonía 2008-2009
sociedad civil y el Estado es la forma política de ese individualismo. Se trata, en efecto, de que la condición política del individuo como ciudadano resulta ahora invertida: la ciudadanía, es decir, la condición de miembro de un Estado de Derecho, se adquiría en la precisa medida en que el individuo se abstraía de las particularidades que lo conforman y asumía, al menos en principio, el punto de vista de lo universal, del interés general o bien común. La igualdad fundamental era lo que definía el espacio público. Ahora son más bien las condiciones e intereses particulares de los grupos los que determinan el espacio público, exigiendo su reconocimiento inmediato y su traducción al plano jurídico de la cosa pública. La ciudadanía no significa ya restricción de lo particular por lo universal, sino legitimidad para elevar lo particular a público . Es la privatización general de lo público a la que asistimos cada día. Esta es la cara política del fenómeno, pero su trasfondo filosófico es mucho más fuerte. Un trasfondo que se muestra más en la concepción del individuo que en las relaciones de éste con el Estado. El individuo abstracto del liberalismo ha sido llenado por un sujeto que se concibe a sí mismo como el poder de decidir en cada ocasión su vida eligiendo lo que quiere sin reconocer ninguna instancia objetiva, es decir, trascendente a su propio querer, a la que atenerse. Es la extensión social de la divisa del primer Segismundo de La vida es sueño “nada me parece justo siendo contra mi gusto”. El éxito actual de Nietzsche en amplios ámbitos de la cultura obedece a que su promoción de un ser humano liberado de la atadura de todo valor objetivo se adapta perfectamente a ella. Un nietzscheanismo que carece naturalmente del pathos heroico del superhombre, pero que comparte su voluntarismo radical. [Los profesores de filosofía nos acordamos en esto de la certera idea heideggeriana de que la metafísica de la voluntad de poder es la culminación del subjetivismo moderno]. Como no puede ser menos, esta concepción del hombre significa una transformación de la vida que va mucho más allá del ámbito político. Su efectividad se juega en el campo de la sociedad civil, de las costumbres, las formas de vida, las relaciones personales, etc. El campo político le es fundamentalmente ajeno, aunque sus consecuencias en él son de extrema importancia. Pues, en lugar de concebir negativamente la esfera privada como un ámbito en el que no debe inmiscuirse el Estado, engendra la imparable tendencia a traducir sus pretensiones de todo orden en un abanico inacabable de derechos . Lo que interesa de esta tendencia para nuestro tema es que da lugar a la aparición de una nueva forma de laicismo , que se añade, superpone o desplaza, según los casos, a la anterior: en la disputa por multiplicar los 136 Estado e Iglesia 1- El Estado laico moderno y las religiones
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