Koinonía 2008-2009

Letrán: “Quiero decir también que, si existe incontestablemente una moral humana independiente de la moral religiosa, la República tiene interés en que exista también una reflexión moral inspirada en convicciones religiosas”, “una laicidad que, sin dejar de velar por la libertad de pensamiento, de creer o no creer, no considere que las religiones sean un peligro, sino más bien una baza”. La sociedad postsecular y la laicidad positiva son conceptos que dibujan un horizonte posible y quizá cercano, pero aún distante: basta ver las reacciones negativas que, en los medios intelectuales, suscita la actual postura de Habermas o las voces mediáticas inmediatamente alzadas contra Sarkozy. El lugar de la religión ¿Cuál es entonces el lugar de la religión en esta situación fáctica y con el horizonte de la sociedad postsecular de mutuo aprendizaje? Es obvio que a la religión no se le ofrece, en principio, otro lugar que el de ser un elemento más del paisaje multicultural de la sociedad globalizada. Este es el ámbito al que más pronto que tarde tendrá que hacerse a la idea, pues la conciencia pública occidental no da muestras de admitir otro. Esto es difícil de admitir por la Iglesia en los países de larga tradición católica como España, Italia o Portugal (y en general América Latina), pero, por volver otra vez al ejemplo de España, la rapidísima secularización lo hace casi inevitable. Creo que cuanto más la Iglesia admita interiormente que ya no puede por derecho propio tener un papel decisivo en la conformación del ámbito jurídico-político tanto más podrá reactivar sus razones y sus defensas intelectuales. Ciertamente defender lo que la tradición le ha permitido conservar (en el ámbito de la enseñanza, especialmente) es una tarea lógica y comprensible, pero que no permite preparar con lucidez el horizonte secular y postsecular que va a ser el terreno de juego habitual. Es, en este sentido, un misterio el desarme de la conciencia cristiana en la España actual, cuando la práctica totalidad de su élite fue educada en colegios religiosos. Pero, una vez sentado esto, me parece necesario subrayar ciertos puntos que deben marcar la asunción de este nuevo papel de formar un subsistema dentro del sistema general del Estado laico: Ante todo, la Iglesia no puede jugar el papel de una oferta más entre las muchas que se dan en la sociedad multicultural para la autoayuda o la construcción de la identidad de los individuos. Naturalmente no puede impedir que algunos individuos la tomen así, pero jamás debe Estado e Iglesia 1- El Estado laico moderno y las religiones 140

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