Koinonía 2008-2009

15 por el sujeto, porque en ambos casos sería alienante, a las influencias externas o al propio gusto y capricho. Por tanto, el criterio ha de ser un constitutivo “trascendental” del yo-corporal. Existente en todos y que tenga que ver con todo. Tal criterio se manifiesta en “exigencias originarias” e inextirpables que constituyen el “corazón” o el “núcleo crítico” del yo, el universal comparador para sorprender el sentido y el valor de todo lo que ingresa en el espacio de encuentro del y o 2 , a fin de superar la mera sensación reactiva y devenir experiencia propia. Esas exigencias expresan la estatura o amplitud de la racionalidad (como capacidad de acceso y reconocimiento de todo lo que es en la medida en que lo es) y de la razonabilidad (como apreciación de las razones adecuadas para un comportamiento sensato o adecuado relativamente a lo encontrado). Ahora bien, lo dramático y grandioso para el hombre, que tiene la evidencia de su propia finitud y la de las cosas y rostros que le salen al encuentro, es que esas exigencias originarias y trascendentales le posibilitan esa evidencia precisamente porque son infinitas, ilimitables. Por eso mismo somos una “desproporción estructural” internamente vivida entre infinitud y finitud, que nos atraviesa de punta a punta y que es atestiguada por la inigualabilidad entre todo lo deseado-poseído y la inquietud del deseo-deseante. Es esta desproporción la que nos hace percibir y juzgar la positividad y los límites propios y de la realidad que nos rodea, lo que por sí mismo nos abre a la pregunta investigativa por su origen y finalidad y, de forma aún más urgida, al destino de todo lo limitado en búsqueda de la consistencia última de todo lo finito. Ante todo por un aprecio de nosotros mismos, de nuestra propia finitud demandante de totalidad, de vida-vida, de felicidad, que no se conforma con lo efímero ni con un significado último etéreo. Porque la razón humana es muy sutil en su captación del mundo. Por más frágil y pasajero que sea todo lo que hay en nuestro espacio de experiencia y uno mismo, como una florcita del campo que hoy está y mañana no, sin embargo la razón capta, a nuestro verdadero servicio, que aunque todo sea más o menos efímero, sin embargo, “es”. No era y ahora “es”; llegó a ser desde una total nimiedad granular proviniendo de otra parte. Y, en general, cada día sabemos más que todo en el universo tiene fecha de aparición. Entonces y en definitiva el “ser” es imborrable del 2 Cfr. Para profundizar en este esencial criterio de la experiencia de sí y de toda experiencia crítica, Luigi Giussani, El sentido religioso, Ed. Encuentro, Madrid, 1981. Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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