Koinonía 2008-2009

40 precedente, sino sobre todo una fuerza superadora de la tradición y productora de un poder transformador capaz de rehacer la realidad en función de los designios de esa fuerza. Se trata de un proceso indefinido, irreversible y progresivo, estipulado como capaz de emancipar y de reconciliar mental y prácticamente, hacia el futuro, a la humanidad. Esto requiere una toma de posición radicalmente inmanente: concentrar la energía de los hombres en lo único efectivamente real y controlable, lo “positivo”, el mundo factible plegado sobre sí. Mientras las convicciones sobre lo trascendente que se implica en lo inmanente, que vienen de la tradición y en su expresión última se ejercen en la fe cristiana, son creencias respetables pero subjetivas, carentes de realidad, derivadas entonces al ámbito privado de la vida. La reflexión filosófica declara, junto con su propia autosuficiencia, la del mundo y la historia. La autosuficiencia es la nota problemática y mítica de este ímpetu, por la que se deberá pagar un alto precio. Mientras la exigencia de autonomía determina el ideal ético que pretende expresar la libertad y la criticidad de una humanidad devenida adulta. Libertad y capacidad de discernir y juzgar son constitutivos de la racionalidad de la experiencia cristiana. De la Ilustración, este movimiento filosófico y cultural del siglo XVIII, cuyo aspecto sombrío es la dictadura de la razón positivista, heredamos también “sus auténticas conquistas, en particular los derechos humanos y la libertad de religión y su práctica " 22 22 Benedicto XVI, “Palabras a los obispos de Malasia , Brunei y Singapur”, Roma, 6/VI/2008. . Más aún y por parte de la ratio : “¿Quién podría negar la contribución que los grandes sistemas filosóficos han hecho al desarrollo de la autoconciencia del hombre y al progreso de las diversas culturas? Estas, por otro lado, se hacen fecundas cuando se abren a la verdad, permitiendo a cuantos participan en ellas, alcanzar objetivos que hacen cada vez más humano el vivir social. La conquista científica y tecnológica, con que la fides es cada vez más provocada a confrontarse, ha modificado el antiguo concepto de ratio; de cualquier forma, ha marginado a la razón que buscaba la verdad última de las cosas para dar lugar a una razón satisfecha con descubrir las verdades contingentes de las leyes de la naturaleza. La investigación científica tiene ciertamente su valor positivo. El descubrimiento y el incremento de las ciencias matemáticas, físicas, químicas y de las aplicadas son fruto de la razón y expresan la inteligencia con que el hombre consigue penetrar en las profundidades de la creación. La fe, por su parte, no teme al progreso de la ciencia y al desarrollo al que conducen sus conquistas, Ampliar la razón para vivir hoy la universidad

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