Koinonía 2008-2009
57 Vitae” en 1968. Una época de mucha tensión, muchos cambios, políticos, sociales y económicos; es el tiempo de la llamada revolución sexual. La “Humanae Vitae”: una respuesta del Espíritu Santo Podemos decir que la “Humanae Vitae” es una respuesta del Espíritu Santo ante las circunstancias que se vivían entonces y que se viven en este momento; el Espíritu Santo, que siempre está presente, actúa, y cuando hay oscuridad, cuando no podemos ver, nos da luz para caminar en el bien, en la vida, e incluso podemos decir para ser felices. Algunas ideas erróneas acerca de la “Humanae Vitae” Comienzo aclarando lo que no dice la “Humane Vitae”. Se habla mucho de la distinción entre los métodos llamados naturales y los métodos artificiales. En primer lugar, la razón por la que la Iglesia considera ilícito el uso de métodos artificiales (métodos anticonceptivos) no tiene nada que ver con el hecho de que sean artificiales. Muchas veces las críticas que van dirigidas contra la “Humane Vitae” se han basado en esto, como si esta encíclica hubiese declarado que es malo alterar la fisiología humana; no es así. De hecho hay tantas intervenciones que se pueden hacer, tantos medicamentos que alteran nuestro sistema fisiológico, y no hay de nada malo en ello. Por el contrario, pueden significar un gran bien. De modo que éste no es el motivo por el cual la Iglesia considera que unos métodos son lícitos y otros no. Nada que ver con el aspecto puramente fisiológico. Igualmente, se dice que de alguna forma la anticoncepción pervierte la naturaleza, pero de nuevo, entendida en un sentido biológico. Ciertamente, en la encíclica muchas veces se habla de la naturaleza humana, pero aquí naturaleza no debe entenderse según una concepción “naturalista”, sino en un sentido filosófico: qué es el ser humano en cuanto tal. De hecho, hay personas que no aceptan los métodos artificiales por razones naturales, pero ese no es el motivo de la Iglesia. Sería algo agregado, que también debe considerarse, el hecho de que pueden perjudicar la salud, pero éste no es el motivo primario por el que la “Humanae Vitae” los considera ilícitos. Alterar la naturaleza biológica no necesariamente es un mal; de nuevo, muchas veces podría ser un bien. La “Humanae Vitae” y la teología del cuerpo en Juan Pablo II
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