Koinonía 2008-2009
59 daña, a Él esto le conmueve, le ofende en ese sentido, porque me ama y no le agrada que yo me haga daño. Igual que un padre y una madre aman a sus hijos y no quieren que nada malo le suceda, así también Dios en relación a cada uno de nosotros: nos tiene en su corazón. Aquello que nos hace daño, a Él le conmueve, le ofende. Vamos a aplicar esto al tema que tratamos. Según la encíclica “Humanae Vitae” un acto contraceptivo es un acto humano que tiene por objeto la realización de una relación sexual de la que se quiere eliminar la potencialidad procreativa 40 . Dice antes que la visión integral del hombre y su vocación eterna –por tanto, habla no en términos sólo naturales, sino también en términos sobrenaturales– están fundadas sobre la inseparable conexión que Dios ha querido, y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreativo 41 . Significado unitivo es la donación mutua de dos personas, varón y mujer, con la totalidad de su ser, sin reservas y de forma permanente. Significado procreativo es la capacidad de dar lugar a una nueva vida, una tercera persona, fruto de la entrega amorosa de los progenitores. Con esto la “Humanae Vitae” nos quiere decir que separar estos dos significados (es lo que ocurre con la anticoncepción) es un mal para la persona, es un mal para el matrimonio y para la familia. Esto es lo que debemos explicar; por qué afirma Pablo VI que no se pueden separar y por qué es un mal si de hecho se separan. El cuerpo humano, parte integrante de la persona Preguntamos en primer lugar, ¿en qué consiste ser humano? En la respuesta a esta pregunta se da un choque entre la visión que me propone la Iglesia y la visión que propone la mentalidad dominante en la cultura actual, eso que el Evangelio llama “mundo” en cuanto que es contrario a la visión cristiana. En una visión no-cristiana (“del mundo”) se entiende el cuerpo humano solamente como una referencia biológica, una cosa de la que la persona es dueña a la manera en que posee un objeto; por tanto no habría ningún problema en que pueda manipularlo como se manipula un objeto. En 40 Humanae Vitae, 14 41 Id., 12 La “Humanae Vitae” y la teología del cuerpo en Juan Pablo II
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