Koinonía 2008-2009
76 mundo, de la vida y del hombre. En un segundo momento, trataré en concreto del origen del hombre, visto desde la Biblia y desde la teoría de la evolución. I.- Creación y evolución: ¿Se excluyen o se complementan? 1.- Concepto de evolución. Evolución es un vocablo de origen latino: “evolvere”, que significa desarrollar, evolucionar. De aquí la palabra evolución como desarrollo. Con esta palabra se pretende significar la teoría científica, según la cual los vivientes corpóreos deberían su origen a formas más sencillas y tenderían a formas más perfectas o más especializadas, debido a la influencia de varios factores y conforme a determinadas leyes y tendencias. Evolucionismo se opone a fixismo. Según este sistema, los vivientes e incluso la forma física actual de universo, han permanecido invariables desde la creación por Dios, salvo en ligerísimos cambios accidentale s 59 Es menester distinguir dos clases de evolucionismo: moderado, llamado también microevolucionismo, y absoluto o macroevolucionismo, transformismo o mutación de las especies. El primero defiende un avance en la perfección de los individuos dentro de una misma especie; mientras que el segundo exige el salto de los individuos de una especie inferior a otra superior: desde la amiba se llegaría hasta el hombre. . Aun cuando el concepto de evolución se atribuye propia y formalmente al desarrollo de los vivientes, cabe hablar también, en sentido lato, de evolucionismo referido al mundo material, puesto que partiendo desde una masa informe o primordial se llegaría a la forma del universo que contemplamos ahora. Al menos, la tierra padeció un proceso lento de preparación, desde el enfriamiento hasta las condiciones propicias para el brote y desarrollo de la vida. 2.- Forma y fondo del relato de la creación. La Biblia presenta una imagen estática del universo. La forma actual del mundo y todas las especies de los vivientes salieron de las manos de Dios en el primer momento. Esta es la impresión que produce, a primera 59 Cf. Enciclopedia de la Biblia, ed. Garriga, Barcelona, V. III, 307. De cómo armonizar el relato bíblico de la creación con la teoría evolucionista
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