Koinonía 2008-2009
83 II.- Narración bíblica y teoría evolucionista sobre el origen del hombre l.- Posición del problema El relato de la creación, que se interpretó literalmente durante siglos, presenta a Dios formando al hombre del barro de la tierra, como un alfarero modela una vasija. Terminada la figura, le infundió aliento de vida, y fue el primer hombre. Del hombre adulto, recién formado, sacó una costilla e imprimiéndole aliento de vida, fue la primera mujer. El origen del hombre fue así de sencillo. Después siguió la cadena de la humanidad. Durante muchos años, hasta fines del siglo XIX, esta era la doctrina común entre los creyentes y los teólogos. Y no había otra. Hoy, en cambio, con los avances de la paleontología humana y la prehistoria, las cosas han cambiado de panorama. El evolucionismo es una teoría científica que merece todo respeto. Impulsando también el origen del hombre ha conmovido conclusiones anteriormente establecidas. La conmoción ha afectado algunas posiciones que la interpretación bíblica y la teología mantenían acerca del origen del hombre: su creación directa por parte de Dios, prescindiendo de las causas segundas. Más bien, un proceso lento evolutivo de los vivientes culminó en la aparición del hombre sobre la tierra. Escribe el profesor Templado: “Para cualquier persona desprovista de prejuicios, resulta patente, a la vista de los datos aportados por la biología y la paleontología, que los organismos que viven en la actualidad son el resultado de una lenta evolución de otros que vivieron en edades pasadas ” 73 Según K. Rahner, “la conexión ontológica real entre el hombre y el animal es un hecho afirmado por las ciencias naturales ” . 74 . Y añade: “En nombre de la revelación no estamos obligados a rechazar el evolucionismo como modo de explicar el origen de los vivientes” 75 El hombre forma parte de la naturaleza e, integrado en ella, padece la misma suerte que los restantes seres vivos. Aunque superior y distinto del conjunto de los vivientes, el primer hombre fue formado de la tierra, es decir, de la naturaleza, como el segundo de la célula germinal proporcionada por los padres. Por esta integración en el mundo de la . 73 “Tiempo y evolución”, R. de Occidente, nn. 18-19, 1982, p. 75. 74 ”El problema de la hominización”, ed. Cristiandad, Madrid, 1973, p. 56. 75 Op. cit., p. 35. De cómo armonizar el relato bíblico de la creación con la teoría evolucionista
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