Koinonía 2008-2009

92 “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya; a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó” (Gn 1, 27). Nada viene a la existencia sin la presencia del acto creador de Dios. Esta es la enseñanza que nos brinda la S. Escritura: Dios está presente en todas las operaciones de las criaturas, haciendo cuanto ellas y desde ellas se realiza. “Señor, tú llevas a cabo todas nuestras obras” (Is 26, 12). “Yo soy quien hace morir y quien hace vivir” (Dt 32, 39). “Señor, amigo de la vida, en todas las cosas está tu soplo incorruptible” (Sb 11, 26). “Pues es el mismo Dios quien obra todo en todos” (1 Co 12, 6). “Dios no está lejos de nosotros, porque en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hech 17, 28). Santo Tomás, siguiendo la enseñanza de la S. Escritura, distingue también dos momentos en el efecto del acto creador: uno, inicial, en el que aparecen los primeros elementos que él llama “sustancia informe” 103 o “ser primordial” 104 ; otro, sucesivo, en el que se van formando los seres particulares y concretos: astros, plantas, animales, aves, peces y finalmente el, hombre, a partir del ser primordial del principio. “Dios creó todas las cosas a la vez, en cuanto a la sustancia informe de las mismas; pero en cuanto a su formación, mediante la distinción y el ornato, no a la vez” 105 b) Causa principal y causa instrumental . Por tanto, los seres concretos fueron creados de manera sucesiva en el transcurso del tiempo. Es la “creatio secunda”, en la que Dios se vale de la sustancia informe ya existente, para dar crecimiento a su obra inicial. En todo efecto mundano ocurre una doble presencia: de la causa primera y de la causa segunda. Es imprescindible recordar los conceptos de causa principal y de causa instrumental para poder explicar satisfactoriamente todo el proceso del crecimiento de los vivientes. Son dos categorías emplazadas dentro de la causa agente o eficiente. Se entiende por causa principal aquel principio de operación que produce su efecto por su virtud propia. El fuego calienta por el poder que posee su misma naturaleza; el grano de trigo germina merced a la potencia generadora que entraña en sí mismo; los padres engendran a sus hijos gracias a la fuerza vital que en sí mismos poseen. 103 1, q. 74, a. 2, ad 2. 104 1, 58, a. 6. c. 105 1, q. 74, a. 2, ad 2. De cómo armonizar el relato bíblico de la creación con la teoría evolucionista

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