Koinonía 2008-2009
93 La causa principal se presenta bajo dos categorías: principal primera y principal segunda. Principal primera es aquella de la que todo depende en su origen, conservación y capacidad operativa, Dios, el ser cuya esencia es su misma existencia, acto puro, absoluto, perfectísimo. Sin esta Inteligencia suprema nada se explicaría, nada tendría sentido. Es impensable un universo de seres en el que todos fueran dependientes. Todos estarían reclamando, en última instancia, un ser Absoluto que diera razón de su existencia. La causa principal segunda obra merced a la capacidad operativa que reside en su misma naturaleza. Causas segundas son todos los supuestos que existen en el universo. Son segundas por cuanto tales supuestos o sustancias subsistentes han recibido de la causa primera todo lo que esencialmente son. Han recibido el ser y lo tienen como propio, de modo que obran en virtud de su misma naturaleza y el efecto en verdad les pertenece. El fuego calienta y no Dios quien calienta en el fuego. Calienta Dios y el fuego. Dios como causa principal primera; el fuego, como causa principal segunda. Todo el efecto lo hace la causa primera, Dios, y todo, la causa segunda. “Está claro que un mismo efecto no se atribuye a la causa natural y al poder divino como si una parte fuera hecho por Dios y otra por el agente natural, sino que todo es hecho por ambas causas, aunque de diverso modo” 106 . No es superflua la acción de la criatura, ya que Dios la ha dotado de consistencia propia, aunque dependiente, capaz de obrar y continuar el crecimiento de los seres. “Por tanto, que Dios obra en las cosas hay que entenderlo de manera que las mismas cosas realicen la operación como propia ” 107 . No es vana la acción de Dios, ya que como agente primero, origina y da consistencia a los seres, los mantiene y hace posible su operación. San Pablo enseña: “Pero es el mismo Dios que obra todo en todos” (1, Co 12, 6). Y santo Tomás escribe: “Dios obra suficientemente como primer agente y, por esto, no hace superflua la acción de los agentes segundos” 108 Esta intervención de Dios en el homínido ni es extrínseca, obrada desde fuera, ni milagrosa, hecha al margen del orden y leyes de la naturaleza. Es el mismo acto creador de Dios el que que obra el mismo proceso evolutivo. Advierte Zubiri: “Se propende demasiado frecuentemente a imaginar esta creación literalmente, como una irrupción externa de la primera causa, de Dios, en la serie animal. La psique intelectiva sería . 106 CG, III, c. 70. 107 1, q. 105, a. 5, c. 108 1, q. 1º 5, a. 5, ad 2. De cómo armonizar el relato bíblico de la creación con la teoría evolucionista
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