Koinonía 2009-2010

Libertad y “nuevos derechos” 40 contemporáneo, en otras ocasiones tan sensible al pluralismo cultural y moral, impone y obliga como si estuviera frente a verdades absolutas. Paolo Carozza, docente de Derecho Constitucional en la Universidad de Notre Dame y verdadera autoridad en el campo de los derechos humanos, ha definido la situación actual en términos de un “comercio” dominado por una pequeña élite de intelectuales y burócratas: “(…) las instituciones de derecho internacional y constitucional (muchas de las cuales son netamente y deliberadamente excluidas del circuito de la responsabilidad política popular) ejercen un control enorme sobre el comercio internacional de los derechos humanos, así como un pequeño puñado de sujetos no gubernamentales se ha vuelto actor de este mercado. El mundo de los derechos humanos, pues, a menudo se asemeja a una oligarquía muy restringida, en la cual la disensión y la diferenciación son fuertemente limitadas”. 12 De esta manera, los “nuevos derechos”, bajo la máscara reivindicativa de mayores espacios de libertad, revelan un proyecto ideológico iliberal impulsado por el “autoritarismo burocrático” 13 de unos pocos centros de poder. De esta forma, los que parecían nuevos horizontes de libertad son en realidad el resultado de un peligroso intento de sustraer al control democrático y a la decisión soberana de los ciudadanos cuestiones éticas y políticas fundamentales para la vida de un pueblo. Una propuesta: partir de las exigencias originarias del ser humano Volvamos ahora a la aprobación unánime de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. El mundo acababa de salir de los horrores del nazismo y de la Segunda Guerra Mundial y aquel consenso universal se debía a un sustancial acuerdo acerca de la necesidad de reafirmar la dignidad inviolable de todo ser humano dotado de la misma naturaleza . A este reconocimiento contribuían tanto la tradición cristiana como el pensamiento laico de raigambre iluminista, todavía fuertemente presentes en la mentalidad de las élites culturales y políticas de aquellos años. La situación cultural contemporánea, al contrario, se caracteriza precisamente por la negación de la existencia de una naturaleza humana y de un derecho natural fundamentado en esa naturaleza, consecuencia 12 Citado en L. Antonini, “Il Nuovo Principe e i nuovi diritti”, en Antonini et al., Persona e Stato . Milano: Fondazione per la Sussidiarità, 2007, p. 62 (la traducción es nuestra). 13 L. Antonini, p. 62

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=