Koinonía 2009-2010
Libertad y “nuevos derechos” 41 tanto de la crisis de la concepción ilustrada de la razón como de la pérdida de la eficacia social de la fe cristiana y de su ethos , que de alguna manera había unificado la sensibilidad moral de Occidente por muchos siglos. Frente a la voracidad con la cual los nuevos derechos están devorando y fragmentando en individualismos inconciliables nuestra sociedad posmoderna, el reto que se nos plantea es reconocer lo que hay de bueno en la reivindicación actual de autenticidad y de valores inherentes a la propia experiencia humana particular, a través del uso “discriminante” de criterios que permitan identificar lo que realmente constituye una riqueza para todos y construye la “casa” de todos. Es preciso volver a hablar de “derecho” en presencia de evidencias y exigencias constitutivas de todo ser humano, aunque éstas puedan aflorar y manifestarse bajo diferentes formas histórico-culturales. Para ello es necesario, antes que nada, volver a admitir que existe una diferencia esencial entre deseos, opciones o preferencias individuales y exigencias originales , es decir, exigencias comunes a todo ser humano que constituyen su estructura última inalterable. Observa Luigi Giussani: “(los seres humanos) cuando dicen „yo‟ utilizan esta palabra para indicar una multiplicidad de elementos que derivan de su historia, tradiciones y circunstancias diversas, pero indudablemente cuando dicen „yo‟ también usan esa expresión para indicar un rostro interior, un „corazón‟, como diría la Biblia, que es igual en todos y cada uno de ellos, aunque se traduzca de muy diversos modos”. 14 Para que se de este reconocimiento es necesario restituir a la razón su apertura, su amplitud, como diría Benedicto XVI, su capacidad propia para identificar lo que corresponde a estas exigencias originales 15 . Las exigencias de verdad, de justicia, de belleza, de amor, que se encuentran en cada ser humano constituyen, sin duda, la raíz antropológica más adecuada para el reconocimiento de los auténticos derechos naturales y ofrecen un precioso criterio epistemológico para su identificación. Solo sobre este terreno común será posible volver a 14 L. Giussani, El sentido religioso. Madrid: Ediciones Encuentro, 1998, p. 24. 15 Es lo contrario de una actitud ideológica porque “la ideología no es la ingenua aceptación de lo visible, sino su inteligente destitución” (H. Arendt, Le origini del totalitarismo . Milano:Edizioni di Comunità, 1996, p. 649 [ Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza, 2006]
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