Koinonía 2009-2010

Libertad y “nuevos derechos” 42 dialogar serenamente acerca de lo que merece ser declarado y garantizado como derecho universal. Al lado de estos derechos fundamentales razonablemente reconocidos (y posiblemente defendidos a nivel constitucional por ser universales) existen muchas situaciones subjetivas y tipos de comportamientos que pueden aspirar a ser tolerados por ser un hecho en una sociedad democrática y pluralista. No hay que olvidar, además, que a la creación de derechos universales le corresponde siempre la creación de unos deberes universales: cuando aspiraciones o preferencias puramente subjetivas se transforman en derechos, es inexorable que se engendren deberes innecesarios o conflictivos con los valores de las personas que tienen que llevar a cabo acciones concretas para la aplicación de estos derechos 16 . Los nuevos “derechos” se traducen así en una reducción concreta de los espacios de libertad para la mayoría de un pueblo, además de constituir un ataque demoledor e injustificado de las tradiciones culturales que constituyen la identidad de un pueblo. ¿Qué propuesta cultural alternativa ofrecen los nuevos derechos?, ¿Son portadores de una cultura capaz de dar identidad y unidad a un pueblo? Nadie puede ignorar las diferentes perspectivas culturales y los diversos resultados sociales hacia los cuales nos dirigimos privilegiando la reivindicación del derecho a la salud reproductiva, por ejemplo, respecto al tradicional derecho a la vida o a la maternidad. Por último, nos permitiremos una observación de tipo más existencial. Detrás de estas batallas para los nuevos derechos se asoma la triste ilusión de que sean suficientes la aceptación social y el reconocimiento jurídico para que nuestras aspiraciones a la satisfacción y a la felicidad se cumplan. Es evidente que no es así. No basta convertir en derecho el propio deseo para que éste, mágicamente, se vea satisfecho. A pesar de tener el poder legal de llevar a cabo ciertas acciones, no tendremos el poder de transformar en felicidad lo que objetivamente no puede darla. Se impone una tarea educativa urgente y dramática: ayudar a las nuevas generaciones a descubrir y amar su propia humanidad, es decir, las 16 Basta pensar, por ejemplo, en el “deber” para el personal médico de practicar un aborto o una eutanasia; para un juez de celebrar un matrimonio homosexual o aceptar un cambio de sexo; para un profesor de enseñar la ideología del género a sus estudiantes; para una institución de dar en adopción un niño o una niña a una pareja homosexual.

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=