Koinonía 2009-2010

Juan Pablo II vaticinó la crisis financiera 55 financiero cuyo conflictivo desenlace ha dejado a su vez, estas lecciones: 1. Trasciende los aspectos económico financieros técnicos, pues sus repercusiones ingresan en cuestiones económicas sociales al perder las familias sus trabajos, sus viviendas y sus ahorros. 2. Un factor clave en el contagio de la crisis obedece a incorrectos y descontrolados comportamientos humanos bajo la forma de especulaciones aventuradas, avaricias e inmoderados deseos de ganancias, prácticas fraudulentas y riesgos inaceptables. 3. Es apreciable que los defectos humanos individuales se concierten en daños sociales, pero también en daños empresariales, en este caso incuantificables. 4. La ausencia del Estado, o de los estados, u organismos internacionales que velen por el bien común internacional, demuestra la necesidad de su presencia, toda vez que los mercados no son eficaces para su autorregulación y control en las actividades que se ejercen en su seno. Pero cada día se siente más la necesidad de que a esta creciente internacionalización de la economía correspondan adecuados órganos internacionales de control y de guía válidos, que orienten la economía misma hacia el bien común, cosa que un Estado solo, aunque fuese el más poderoso de la tierra, no es capaz de lograr 11 . 5. Inexcusablemente el sector financiero debería saber que sus operaciones tienen estrecha vinculación con los valores morales: crédito proviene de creer. Las apreciaciones en los otorgamientos de préstamos no solamente reparan en la capacidad de pago de los clientes, las garantías ofrecidas, las posibilidades económicas personales y el contexto del mercado, sino que hay una ponderación de las características, virtudes y defectos del tomador del crédito y en definitiva una calificación de su comportamiento ético. 6. Precisamente porque el dinero es una representación del valor, es que su falsificación es severamente sancionada en todo el mundo. Igualmente las propias emisiones monetarias sin respaldo son en sí mismas un fraude. Por consiguiente las multiplicaciones de dinero que exceden a las actividades reales, no pueden quedar sujetas al arbitrio de las personas. 11 Enc. Centesimus Annus, No. 58

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