Koinonía 2010-2011

en la Iglesia, la noche avanza, estamos en la oscuridad, la confusión crece y, al nivel de la libertad, la rebelión prospera y la desilusión llega a tal punto que es como si no se esperara ya nada y se vive sin desear nada, escépticos, salvo la respuesta furtiva a una breve exigencia que jamás podrá corresponder a toda la exigencia del corazón. Por eso, sin el reconocimiento de la contemporaneidad de Cristo, lo que decae es la verdadera humanidad, el hombre que somos cada uno de nosotros. Esto proporciona a cada uno el criterio para verificar su camino de fe: la exaltación de su humanidad, es decir, de su razón, de su libertad, de su afecto, de su sensibilidad, de su deseo de vivir en plenitud. Si la experiencia cristiana exalta lo humano en todos sus aspectos, es el signo más potente de la verdad del cristianismo. Porque Cristo manifiesta su verdad en la exaltación de lo humano. La salvación no es otra cosa que vivir ahora este anticipo de vida eterna, de felicidad plena. Nosotros empezamos ya a gustarla aquí, y por eso, solo porque la gustamos aquí, la esperamos para siempre. Porque Él la hace posible en medio de la realidad, en medio de la confusión y en medio de las tinieblas, tiene tanto poder como para dárnosla para siempre. Muchas gracias. (Conferencia dada en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, 20 de enero de 2011).

RkJQdWJsaXNoZXIy NzUzNTA=