Koinonía 2010-2011
2. Si estos son los presupuestos teológicos del más famoso personaje controversial del siglo XVII debemos ahora preguntarnos cuál ha sido su actitud en relación a las novedades científicas introducidas por los descubrimientos de Galileo. El 19 abril de 1611, como consecuencia del encuentro privado con el científico pisano, Belarmino pide a los matemáticos del Colegio romano que lo pongan al día acerca de las nuevas observaciones galileanas. Y aquí la carta de Belarmino, que en esos años cubría algunos cargos importantes en diferentes congregaciones de la Curia Romana – desde aquella del Santo Oficio, hasta la del Index (que se encargaba de la censura de los libros en imprenta), hasta aquella del Culto Divino, tanto que sus mismos contemporáneos lo definieron como el “cargador de las Congregaciones romanas”: “Yo sé que Vuestra Reverencia tiene noticias de las nuevas observaciones celestes de un valiente matemático, gracias a un instrumento llamado cañón o también anteojo, y yo mismo he visto por medio del mismo instrumento algunas cosas maravillosas con respecto a la Luna y a Venus. Pero yo deseo que ustedes me hagan el favor de decir sinceramente su parecer con respecto a las siguiente cosas [...] Esto deseo saber porque he escuchado hablar mucho de ello; y vuestras reverencias, siendo que ejercen la ciencia matemáticas, fácilmente me sabrán decir si estos nuevos descubrimientos son bien fundados o, por el contrario, son aparentes y no verdaderos”. 19 Por lo que emerge de la carta del jesuita no parece existir alguna hostilidad con el científico. Entonces, el móvil de la carta es necesario ubicarlo en las mismas preguntas que el cardenal dirige a sus hermanos, es decir: 1. si realmente fuera posible que exista una multitud de estrellas fijas invisibles a simple vista; 2. si verdaderamente Saturno está compuesto por un conjunto de tres estrellas; 3. si Venus tiene fases como la Luna; 4. si la superficie lunar es áspera y desigual; y 5. si Júpiter tiene realmente cuatro satélites que giran alrededor de él. También la secuencia de las preguntas no parece ser casual. Y, especialmente, la importancia de plantear, como primera pregunta, el peligro de una confirmación acerca de la real existencia de una multiplicidad de estrellas (o como decía Bruno una “infinitud de mundos”) no puede sino ser, quizás, la referencia a una de las acusaciones más graves dirigidas contra Giordano Bruno. El importante rol que Belarmino 19 Galilei, Opere , vol. XI, p. 87.
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