Koinonía 2010-2011

apasionada. Existen en el mercado de las ideas respuestas ya hechas. La más común es la que recoge también el texto de la Ley 54: “La violencia doméstica es una de las manifestaciones más críticas de los efectos de la inequidad en las relaciones entre hombres y mujeres”. Pero, el machismo y la consiguiente teoría del género para contrarrestarlo, ¿son una explicación suficiente? Me permito traer una cita sugerente de Benedicto XVI: “La cuestión de la justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y solo puede encontrar respuesta a partir de ésta. No puede separarse de la pregunta antigua y siempre nueva del hombre sobre sí mismo: ¿quién soy yo? ¿qué es el hombre?”. Es decir ¿podremos amar de manera verdadera sin haber por lo menos atisbado el profundo misterio del ser humano? ¿Sin haber tomado conciencia de nuestras auténticas exigencias? ¿Sin haber comprendido los límites inevitables del otro? ¿Sin haber descubierto que no hay ser humano que pueda cumplir aquella promesa de felicidad que ha sido la chispa inicial del amor? Personalmente no tengo dudas: una relación afectiva no violenta puede acontecer sólo entre personas que han descubierto las dimensiones reales de su propio yo. Las raíces del problema, por lo tanto, son educativas y culturales. No es cuestión de introducir teorías de “género”, sino de una comprensión más profunda y adecuada del sentido último de nuestra condición humana. (Artículo publicado en El Nuevo Día , 13 de julio de 2011, p. 70)

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