Koinonía 2012-2013
19 instituto de doctrina social de la iglesia | pucpr conciencia religiosa de los hombres y de los pueblos. La solidaridad es, sin duda, una virtud cristiana. Ya en la exposición precedente se podían vislumbrar numerosos puntos de contacto entre ella y la caridad, que es signo distintivo de los discípulos de Cristo (cf. Jn 13, 35). A la luz de la fe, la solidaridad tiende a superarse a sí misma, al revestirse de las dimensiones específicamente cristianas de gratuidad total, perdón y reconciliación. Entonces el prójimo no es solamente un ser humano con sus derechos y su igualdad fundamental con todos, sino que se convierte en la imagen viva de Dios Padre, rescatada por la sangre de Jesucristo y puesta bajo la acción permanente del Espíritu Santo. Por tanto debe ser amado, aunque sea enemigo, con el mismo amor con que le ama el Señor, y por él se debe estar dispuestos al sacrificio, incluso extremo: «dar la vida por los hermanos. » (cf. 1 Jn 3, 16). La crisis de 1929 marcó el fin del liberalismo económico. Este proceso fue analizado y valorado por Quadragesimo Anno (1931). La Encíclica del Papa Pío XI se centró en el análisis ético de las causas que habían llevado a esta situación a partir de una concepción cristiana del orden social. Pío XI reflexionó sobre la idea de integración entre los elementos capital y trabajo, se fijó en el deber de cooperación entre las clases sociales y reivindicó la necesaria integración de los trabajadores en el seno de la empresa. El centro desde el que Quadragesimo Anno abordó estas cuestiones es el principio de subsidiariedad; raíz de la concepción cristiana del orden social. “Toda actividad social por su misma esencia es subsidiaria; debe ayudar a los miembros del cuerpo social y nunca puede quebrantarlos o romperlos” (Quadragesimo Anno 79) Esta formulación puede esquematizarse del modo siguiente: 1. La sociedad está estructurada solidariamente
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