Koinonía 2012-2013

34 koinonía | anuario 2012-2013 para pensar proyectos para desarrollar un país tan perdido. Mi vocación: llevar a Cristo y a su Iglesia Hablé con él y le pregunté primeramente dónde íbamos a trabajar; él me habló de Waf Jeremie, un barrio en donde todas las casitas están hechas de barracas de zinc sobre el basurero de la capital. Bajo nuestros pies no tenemos tierra, sino basura, mucha basura. Luego, la basura y los escombros se echaron en camiones para así crear un área plana donde luego pudiéramos empezar a construir. En el año 2005, este lugar estaba cerrado para los blancos. Así que ya me sentía un poco enfadada y me preguntaba: ¿Por qué este hombre me ha enviado a trabajar a un lugar donde los blancos no pueden entrar? Estaba enfadada porque era evidente que no podía trabajar allí y con un poco de rabia le pregunte: ¿Y qué tengo que hacer allí? Él me contesto con mucha tranquilidad: “Yo te pido que lleves a Cristo y a su Iglesia a esta gente”. Bueno, todo mi enfado se cayó, porque en frente a una respuesta así, a un desafío así, no había cómo resistirse, porque el Monseñor no estaba desafiándonos a nivel de las cosas que podríamos hacer. Él no nos dijo: “¡Tienen que hacer una clínica, tienen que hacer una escuela, tienen que resolver el problema de la comida, tienen que llevar agua o energía eléctrica a este barrio, tienen que hacer cosas!” ¡No! Él nos desafío al nivel de nuestra vocación, de mi vocación. Yo soy una hermana franciscana misionera, significa que quiero dar mi vida para llevar a Cristo y a su Iglesia al mundo. Esto era exactamente lo que el obispo nos estaba pidiendo. No había cómo enfadarse, no había cómo huir, no había manera de cómo responder a algo así. Para convencerle de que estaba errado, existía solo una posibilidad, la de decir sí, porque esto era mi vocación. Lo que yo deseaba más en la vida era vivir hasta el fondo mi vocación, porque era mi única posibilidad de ser feliz. Esa es mi vocación y si significa vivir en esta realidad, yo voy a decir sí cada día.