Koinonía 2015-2016

60 koinonía | anuario 2015-2016 quien vive según el “principio-misericordia” realiza lo más hondo del ser humano, se hace afín a jesús. Para Jesús, la misericordia está en el origen de lo divino y de lo humano. Según ese principio se rige Dios y deben regirse los humanos, y a ese principio se supedita todo lo demás. Y que esto no es pura reconstrucción especulativa se ve bien claro en el decisivo pasaje de Mt 25. Por lo tanto, las obras de misericordia son quizás el primer paso pero no bastan. Estamos llamados a ser una Iglesia des-centrada por la misericordia. Es problema fundamental para la Iglesia el determinar cuál es su lugar. La respuesta formal es conocida: su lugar es el mundo, una realidad lógicamente exterior a ella misma. Pues bien, el ejercicio de la misericordia es lo que pone a la Iglesia fuera de sí misma y en un lugar bien preciso: allí donde acontece el sufrimiento humano, allí donde se escuchan los clamores de los humanos. El Papa Francisco nos invita a vivir las obras de misericordia pero podemos ir más allá de esto. Si se toma en serio la misericordia como lo primero y lo último, entonces se torna conflictiva. A nadie lo meten en la cárcel ni lo persiguen simplemente por realizar “obras de misericordia”, y tampoco lo habrían hecho con Jesús si su misericordia no hubiera sido, además, lo primero y lo último. Pero, cuando lo es, entonces subvierte los valores últimos de la sociedad, y ésta reacciona en su contra. Jesús de Nazaret actualiza en su vida esta misma pedagogía y metodología de Dios. Su respuesta compasiva ante las injusticias y exclusiones de su momento histórico atraviesa y “configura su vida y su misión y le acarrea su destino”. Todo su actuar es un actuar misericordioso, que revela el rostro, la esencia misma del Padre Dios y a la vez la propuesta de ser humano pleno que manifiesta el misterio de la encarnación. ¿Estaríamos nosotros dispuestos a correr la misma suerte?

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