Koinonía 2015-2016
63 instituto de doctrina social de la iglesia | pucpr letanía sobre la misericordia. Según este salmo, que resume todo el relato del Antiguo Testamento, la tierra entera y la nación existen por pura misericordia del Señor; las gobierna y se salvan por esa mirada compasiva que Dios le tiende. Todo lo que existe y toda la historia es obra de la misericordia. Pero el poder idolátrico trastorna ese orden y termina poniendo a la criatura sobre Dios y sobre el ser humano mismo. El oprimido acaba siendo empequeñecido por causa de la injusticia. En esto consiste la crisis, y es el tema de toda la Biblia. Entre los empequeñecidos, el pueblo hebreo es escogido casi exclusivamente por esa pequeñez, pues no tiene originalmente ningún mérito. Esta elección manifiesta cómo el Dios bíblico se “antoja” con frecuencia de los últimos, de los descartados, que en el Nuevo Testamento, en boca de Jesús, serán considerados, de hecho, “los primeros”. 1 Dios, contrario a los pueblos opresores, se revela como “compasivo y misericordioso” (cfr. Salmos 34, 86, 103, 111, 116, 145, Is 63,7…). Es el atributo preferido del Antiguo Testamento para referirse a Él. Para Jesús, esto equivale a la perfección o santidad, y se expresa en cómo Dios “hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mt 5,47). Dios supera la justicia con la misericordia, “y no nos trata como merecen nuestros pecados…” (Salmo 103, 10). Dios toma la iniciativa de “visitar Egipto” y en el camino de liberación se autoproclamará “Dios de la tierra” (para que se recuerde permanentemente esto se instituye el descanso sabático), y “Dios de la vida”, para lo cual establecerá su señal de “propiedad” sobre las personas: la circuncisión y la recitación del “Shemá” diariamente y varias veces. En la Biblia hay una contraposición constante entre el “ver” y 1 Nota curiosa acerca de esto es que la primera letra de la Biblia encierra ella sola toda una enseñanza sobre el “estilo” de elección y “predilección de los últimos” por parte de Dios. La letra “afortunada” no es el “alef”, sino la “bet”, que significa “casa”. La segunda letra, no la primera, es la que le posibilita a Dios construir tanto la casa del mundo como la casa de Israel.
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