La convocatoria de una semilla: Fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de Puerto Rico | Cuarta Edición
23 la convocatoria de una semilla: fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de puerto rico y capitanes generales, tenían una cadena de mando unificada y de pronta reacción, lo que junto a las armas y a las enfermedades, fueron claves en el domino de la población indígena. Los capitanes generales tenían todo el poder político, judicial y militar en la jurisdicción. Respondían directamente al rey y al Consejo de Indias. Podían suspender las ordenanzas reales y confirmaban a los alcaldes. Constituían un poder casi total y, en ocasiones, les dieron facultades omnímodas o ilimitadas. Su único límite era la Audiencia, la cual ocupaba una posición superior en asuntos judiciales. Cuando los gobernadores interfirieron con los poderes de la Audiencia Territorial, fueron depuestos, tal como sucedió con Prim en 1848, Marchesi en 1867 y Palacios en 1887. Puerto Rico estuvo bajo la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo de 1511 a 1800 y, luego, bajo la Audiencia de Puerto Príncipe, en Cuba. 15 Más tarde, a petición de Power y Giralt, pasó a la Audiencia de Caracas por un breve tiempo. La colonización, que comenzó como una búsqueda de nuevos mercados y productos, se transformó en una plaza de un estratégico valor militar y de importación de materias primas y productos agrícolas. Con el tiempo, fueron desarrollándose como colonias de asentamiento de excesos de población ante la pobreza y el caos de la metrópoli. Puerto Rico fue una colonia pobre, con un férreo control militar ante las invasiones y con una economía que requería de subsidios de España por medio del virreinato de México. De este periodo inicial, se identifican unas controversias que subsisten hasta nuestros días: la lucha entre los alcaldes y gobernadores por la distribución del poder (presagiadas por el drama entre caciques y gobernadores), la presencia de subsidios externos (desde el situado mexicano hasta el programa de cupones de alimentos) y la tensión entre las lealtades locales y las de la metrópoli. Con sus alzas y bajas y las invasiones corsarias y extranjeras, la Isla formó parte del Imperio español desde 1493 hasta 1808. En 1808 las cosas cambiaron para siempre. La metrópoli se debilitó al perder su hegemonía y gran parte de sus colonias. La identidad puertorriqueña nació distanciada y diferente de la española, aunque coincidente en sus espacios y lealtades concurrentes. El rol protagónico lo ocuparon las 15 Ibíd. , p. 16.
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