La convocatoria de una semilla: Fundamentos y dinámicas del desarrollo constitucional de Puerto Rico | Cuarta Edición

26 pontificia universidad católica de puerto rico El «reino en orfandad» no quedó en el lamento, sino que trazó rumbos revolucionarios en el pensamiento y en la acción política. Abrió caminos de participación, separación de poderes, democracia y gobiernos limitados. La Constitución de Cádiz de 1812 reflejó, a la distancia de 200 años, un salto cualitativo en sus dos continentes, aunque muy tarde y débil para contener grandes separaciones. La fragilidad de su existencia política y militar invitó a las luchas criollas por la independencia y por los reclamos de justicia y las prioridades de sus otras Españas. La convocatoria a enviar delegados a la Junta Gobernativa transformó la vida de Puerto Rico para siempre. Los que antes dictaban ahora convocaban. Los que vivían del silencio comprimido encontraban ahora su voz y su verbo de justicia de manera que parecían naturales. Lo que antes se clasificaba de insubordinación y traición, entonces era el ejercicio legítimo de lealtades compartidas. Se podía ser buen español siendo mejor puertorriqueño. Era una revolución del espíritu que la sentían unos y a otros se les escapaba. Power sabía de qué se trataba. El primer obispo puertorriqueño Juan Alejo de Arizmendi sabía de qué se trataba. Se unió la patria con sus hijos. Fueron los primeros patriotas puertorriqueños. Al despedir a Power ocurrió el hecho simbólico del nacimiento de la identidad propia de un pueblo con conciencia y entendimiento de su ser. Los de aquí, la conciencia de sí, del término compatriota , que adquirió en ese momento vida propia y contornos delineados por el sentido colectivo de un pueblo definido como tal. Las lealtades dilatadas cobraron sus contradicciones. En esa despedida a Power, según nuestro gran historiador don Lidio Cruz Monclova, se gestó un momento sin igual: La ceremonia que había de adquirir particular significación histórica se verificó en la iglesia Catedral a las diez de la mañana del 16 de agosto (1809); y a la misma, además de numerosísima concurrencia oficial en la que figuraba el brigadier Meléndez y otros altos funcionarios militares y civiles, asistieron nutridas representaciones de la sociedad criolla, siendo Power recibido con notoria deferencia por el cabildo en pleno. Iniciada la ceremonia hizo uso de la palabra Power y Giralt, quien con sobria pero vehemente elocuencia, habló sobre los deseos que le animaban respecto de sus compatriotas, los naturales de Puerto Rico, y

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