La familia puertorriqueña: un acercamiento socio-histórico
10 cuaderno de investigación social y económica pontificia universidad católica de puerto rico Domingo y Aparecida. Una de las mayores aportaciones para entender la visión cristiano- católica de la familia es la encíclica Familiaris Consortio (FC) del Papa Juan Pablo II en el 1986. Esta encíclica constituye un verdadero tratado sobre el concepto “familia” dentro de la Iglesia Católica. El documento presta especial atención a criterios doctrinales y filosóficos que fundamentan los pilares de la óptica cristiano-católica de la familia. El primer pilar de esta visión es el origen de la familia por designio divino. La familia ha sido concebida como parte del plan de salvación de la persona y esa salvación se ubica en el seno de la familia como recipiendario de dicho plan. De hecho, el gran acontecimiento salvífico a través de Jesucristo surge con éste, primeramente, en el seno de una familia en la que creció y manifestó su divinidad. La Iglesia establece que la misión fundamental de la familia es “ser comunidad de amor y vida”. Asimismo, intrínsecamente le reconocen a esta las funciones de formaciónde una comunidad: estar al servicio de la vida, la participación en el desarrollo de la sociedad y la inserción en la vida y misión de la Iglesia. El segundo pilar de esta concepción cristiano-católica de la familia es el amor. Este se entiende como la capacidad de una persona para entregar su ser y hasta su vida por el ser amado. El amor, por tanto, se concibe como la esencia antropológica de la persona. El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, que es amor. Claramente, sentencia la Familiaris Consortio que “el amor es, por tanto, la vocación fundamental e innata de todo ser humano” (p.32), por lo tanto el amor se manifiesta y se desarrolla en el seno de una familia. Dada esta verdad, la familia se configura como el escenario ideal para el aprendizaje del amor comenzando con el ejemplo, la educación humanizadora y la transmisión de valores cónsonos con el Evangelio. El tercer pilar importante es el matrimonio. En 1547 el Concilio de Trento reafirmó el carácter sacramental del matrimonio (Hipp, 2006). Ello significa que el matrimonio entre un hombre y una mujer es un signo eficaz de transmisión de la gracia de Dios, según ejemplificado en la figura de Jesucristo. La sexualidad entre el hombre y la mujer, fruto del amor y dentro del matrimonio, representa el primer paso para la emergencia de la institución familiar. La apertura a la vida, o la manifestación de la capacidad reproductiva de la persona, es concebida
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