La familia puertorriqueña: un acercamiento socio-histórico
12 cuaderno de investigación social y económica pontificia universidad católica de puerto rico a Puerto Rico llegaron, en su mayoría, hombres solteros y casados sin sus esposas. Los españoles no establecían relaciones formales de pareja con las mujeres indígenas. Como consecuencia, entre el siglo XVI y XVII, el gobierno español impulsó medidas legales para promover el matrimonio entre mujeres y hombres españoles y para que los casados pudiera traer a sus familias a la Isla. Esto con el propósito de estimular el predominio de familias españolas en la colonia. Las uniones matrimoniales eran consideradas prácticas comunes entre grupos de clase alta, pudiente y blanca, no así en otros sectores sociales. En 1778, a través de la Real Pragmática, se fortaleció el matrimonio entre españoles, ya que se estableció la ilegalidad del matrimonio entre parejas que no pertenecieran a la misma raza o estatus social (Miranda, 2012). Esta medida, unida al hecho de que no existía fácil movilidad de las personas, fomentó que aumentaran en la Isla los llamados matrimonios por parentesco, o sea, matrimonios entre parientes o entre personas muy conocidas. Un ejemplo de esto lo relatan los registros parroquiales del pueblo de Moca entre los años 1787 y 1836. De 1,680 matrimonios, 444 fueron consanguíneos (26%) (Miranda, 2012). A pesar de todos los esfuerzos por parte del Estado y de la Iglesia Católica por fomentar las uniones matrimoniales, en la Isla persistía una tasa muy baja de nupcialidad y niveles altos de concubinato. Las relaciones consensuales fuera del modelo matrimonial eran consideradas como actos de rebeldía a las autoridades eclesiásticas y estatales. Por ello, la Iglesia organizaba matrimonios colectivos para atacar esta baja en la nupcialidad. Las relaciones consensuales entre las clases no pudientes, menos reguladas por el Estado, también dieron pie a relaciones entre parejas de distintas razas y ello contribuyó al mestizaje del puertorriqueño. Estas relaciones se consideraban ilegales y, a mediados del siglo XIX, la policía colonial y la Iglesia se unieron para atacar dicha práctica. Independientemente de los prejuicios, se daban estas prácticas entre mestizos, mulatos y negros (Miranda, 2012). Según López-Cruz (2005), durante la época española no existía el concepto de noviazgo entre las clases altas como hoy se conoce. Lo que existía era el compromisomatrimonial o, enotras palabras,matrimonios arreglados. Este compromiso no tenía que ver con los sentimientos de la pareja, ya que la meta era escoger a una mujer u hombre de linaje o de buena familia con el fin de ascender socialmente. La selección de una mujer conllevaba el pago de una dote. La dote se calculaba
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