La familia puertorriqueña: un acercamiento socio-histórico

34 cuaderno de investigación social y económica pontificia universidad católica de puerto rico segunda etapa conlleva la aceptación e internalización de esa violencia por parte de la víctima. Expresa el autor que en la tercera etapa el/la agresor(a) perfecciona la manera de ejercer la violencia. Esto con el propósito de mantener su control. Cabe recalcar que Guzmán (2002) describe esta etapa como una en la que se desdobla la visión del/de la agresor(a) y víctima. Aquí es cuando el/la agresor(a) se siente víctima y la víctima agresor(a). Finalmente en este contexto, se presenta la cuarta etapa, cuando se da la inclusión de terceras personas (otros miembros de la familia o personas externas a la familia) que tratan de ayudar presentando alternativas para la solución de la problemática y esto es visto como negativo. El resultado, según explica el autor, es que la violencia se extiende a estas personas externas, tanto por el/la agresor(a) como por la víctima. Esto lo justifican bajo la pretensión de salvaguardar la estructura social que simboliza la familia. La violencia intrafamiliar puede ser ejercida en o por cualquier miembro de la familia. Se estima que los miembros más vulnerables son los niños, las mujeres, y los ancianos. En Puerto Rico se señala que “el maltrato de menores, la violencia doméstica y el maltrato de personas de edad avanzada son realidades quemuchas veces quedan ocultas en las familias que confrontan serias dificultades con los retos de la convivencia, la crianza y el desarrollo” (Colón, 2013; según citado por Gómez, 2013, p. 1). Este tipo de violencia se manifiesta en una diversidad de conductas. Entre las más comunes se encuentran la física, la psicológica/emocional, sexual y por negligencia. Las consecuencias de la violencia intrafamiliar son diversas y difíciles de clasificar. Cada una de las modalidades o miembros de la familia (que se discutirán en detalles más adelante) presenta reacciones y efectos diversos. Sin embargo, es cierto que en Puerto Rico cada vez haymás personas que reportan haber vivido o estar viviendo en hogares donde la violencia es o era un fenómeno diario. Además, expresan que esta convivencia ha traído efectos devastadores a sus vidas, específicamente, en las relaciones de pareja, familiares e interpersonales. A nivel individual, la violencia intrafamiliar se asocia con depresión (Castillo-Manzano & Arankowsky-Sandoval, 2008), estrés postraumático y por síntomas de ansiedad, depresión y baja autoestima (Amor, Echeburúa, De Corral, Sarasua & Zubizarreta, 2001). Quirós (2003) señala que el pobre manejo de la violencia intrafamiliar ocasiona consecuencias individuales y sociales. Entre las individuales

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