La familia puertorriqueña: un acercamiento socio-histórico
40 cuaderno de investigación social y económica pontificia universidad católica de puerto rico Vergara (2013, según citada por Gómez, 2013, p.1) reporta que para el 2013 “según estimados del negociado del censo de Estados Unidos, el 22.1% de la población total de la Isla tiene 60 años o más”. Por otra parte, Rodríguez (2011; según citada por Ruiz Kuilan, 2011) establece que “por cada persona mayor de 60 años que había en Puerto Rico en 1980, al presente hay 2.2. Se proyecta que para el 2020 la cifra sea de 2.8 personas” (p. 1). La violencia hacia las personas de edad avanzada incluye maltrato físico (agresión o restricción de la libertad), negligencia (descuido en la atención médica e higiene personal), psicológico (agresión verbal, amenazas o intimidación), explotación económica (apropiación de ingresos o de amenazas para apoderarse de los ingresos) y sexual (contacto sexual en contra de su voluntad). Silva Vergara (2013, según citada por Gómez, 2013) indica que entre octubre de 2012 a marzo de 2013, se recibieron 4,111 querellas por maltrato y violación de derechos hacia el adulto mayor, frente a unas 6,068 que se recibieron durante los 12 meses del año fiscal 2011-2012 por las mismas razones (p.1). Explica que los agresores más comunes son los hijos e hijas, seguidos por vecinos, amigos u otros familiares. En la mayoría de los casos, el maltrato hacia el adulto mayor no es aceptado por la víctima. Esta no visualiza el trato que reciben como una agresión. Además de que no tienden a denunciar al agresor, especialmente cuando éste es un familiar. Sienten vergüenza, ya que temen perder el amor o el vínculo que los une con esa persona y las repercusiones que pueda traer para ellos si lo informan o tienen miedo de las consecuencias si las autoridades no creen su versión. El abuso contra la población de edad avanzada deja a su paso tristeza, aislamiento, lesiones y enfermedades, entre otros serios resultados. Las personas de edad avanzada, al igual que los niños y las mujeres, representan un sector de la población de total vulnerabilidad. La violencia infringida a éstos, tiene un impacto en sus dimensiones biopsicosociales, creando individuos con grandes disfuncionales físicas, psicológicas y sociales. Esto se traduce en conductas no saludables, las cuales se reflejan en el funcionamiento diario de la sociedad en general. La situación más apremiante es que esta violencia no emerge de entes o sistemas ajenos a estos grupos vulnerables. La misma proviene del sistema más básico e importante para ellos: la familia. En esta estructura
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