Homilía | Magna Clausura del Año de la Fe

clausura del año de la fe pontificia universidad católica de puerto rico 6 cuando le escribía: “Si alguien enseña de otra forma, contraria a las reglas de Cristo Jesús Señor nuestro y a las enseñanzas auténticas de la fe, ese hombre seguramente es un ciego y no entiende nada… De ahí provienen discusiones propias de los que tienen la mente pervertida y andan lejos de la verdad; para ellos la religión es un puro negocio”. (1 Tim.3,6) Ante esta situación Pablo no duda en advertirle: “No tengas miedo en dar la cara por nuestro Señor. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te dé… y vive con fe y amor cristiano. Guarda ese tesoro con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros”. Algo de esto está sucediendo en Puerto Rico De ahí que, en mi calidad de pastor, padre, amigo y hermano, quisiera igualmente animarlos a que no tengan miedo en seguir el evangelio y la verdad que han recibido y en vivir y transmitir la fe, y hagan del amor de Dios y del amor a Dios una fuerza, un baluarte en el que mantener la identidad puertorriqueña, como un pueblo de profunda fe enDios, que hoy viene a proclamar con todas las fuerzas, con todo el corazón, con toda el alma, su fe en Dios. Que más que meras palabras sea un encuentro con el Amor de Dios manifestado en Jesucristo, el que nos puede salvar y sanar, el que ha venido a darnos una nueva vida. Que nos comprometamos a vivir como cristianos, arraigada nuestra fe en Jesucristo. Porque el día que pierdan el amor de Dios en Cristo, se ha perdido algo que está en la raíz del puertorriqueño. Cuando extendí la invitación a mis hermanos Obispos para celebrar a nivel nacional la clausura del año de la fe, pensé, qué hermoso que todo un pueblo, como pueblo identificado en su fe católica, como algo que lleva en sus raíces, reafirme valientemente su fe en el Dios de Jesucristo, y al mismo tiempo se comprometa, mejor, nos comprometamos todos, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y consagrados y laicos a vivir como cristianos firmes en la fe, cimentados y arraigados en Jesucristo. “Porque hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él”. (1 Jn, 4,16) Nuestra Señora de la Providencia desde el cielo nos proteja, bendiga y cuide siempre. Amén

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