Mensaje de la Madre Teresa de Calcuta en la UCPR (5 de julio de 1986)

10 pontificia universidad católica de puerto rico Ese pequeño niño por nacer ha sido creado para realizar grandes obras. Creado por la misma mano de Dios para amar y ser amado. Y entonces la propia madre rechaza a su hijo. Por un momento agradezcamos nosotros a nuestros padres por habernos deseado; por habernos amado, por habernos dado la oportunidad de vivir y experimentar la alegría del amor. Jes s vino al mundo específicamente para enseñarnos eso: “Amaos los uno a los otros. Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Como el Padre me ha amado a mí, así os he amado yo a ustedes.” (Jn. 15:9) Cuando miramos la Cruz, sabemos cuánto l nos amó a nosotros; a ustedes y a mí. ¿Y dónde comienza ese amor? En nuestro propio hogar, en nuestra propia familia. ¿Cómo comienza? Rezando juntos. “La familia que reza unida, permanece unida.” Y si ustedes permanecen unidos, ustedes se amarán los unos a los otros como Dios ama a cada uno en una familia. Bendita es la familia que reza unida. Porque el fruto de la oración es un corazón limpio, y un corazón limpio puede ver a Dios. Y si nosotros podemos ver a Dios en cada uno de nuestros hermanos, nos resultará muy fácil amarnos los unos a los otros. El fruto del silencio es la oración. Necesitamos estar solos para poder escuchar a Dios, porque Dios habla en el silencio del corazón y entonces nosotros le hablamos a Dios desde lo más profundo de nuestro corazón. El fruto del silencio es la oración, y el fruto de la oración es la profundización de la fe; porque sin fe no podemos amar. El fruto de la fe es el amor, y el fruto del amor es el servicio, y el fruto del servicio es la paz. Obras de amor son siempre obras de paz. Por lo tanto, si ustedes y yo deseamos la paz, comencemos primero a amarnos los unos a los otros en nuestra propia familia. El amor comienza en el hogar. Recemos juntos, enseñemos a nuestros hijos a rezar. Si el esposo y la esposa rezan juntos, ellos tendrán paz. Dios ama a los que dan amor; ¡ l, que tanto amor ha regalado! Y para